Como Homenaje a la Revolución de mayo, publicamos un fragmento de una carta del libro La gran semana de mayo de Vicente Fidel López...
Carta
dirigida por Cosme Argerich a Juan Ramón Rojas (*)
Buenos
Aires, 25 de mayo de 1810, nueve de la noche
Fragmento
“…La
plaza estaba ocupada por todos nuestros amigos. La verdad es que había poco
pueblo, porque casi toda la oficialidad, la mozada y la tropa estaba recogida a
los cuarteles y sobre las armas para cargar en el momento oportuno.
Teníamos,
sin embargo, en la plaza más de cuatrocientos vecinos, y todos los comandantes
yprincipales patriotas estaban reunidos
en lo de Miguel de Azcuénaga. Cuando se supo que el Cabildo porfiaba en llevar
adelante su maldita intriga e imponernos a Cisneros, se formó un grupo dirigido
por Chiclana, French, el padre Grela, Planes y diez o quince más, que después
de haber concertado con Rodríguez Peña y con Belgrano en lo de Azcuénaga,
salieron gritando: “¡Al Cabildo! ¡Al Cabildo!, muchachos!...”.
El
tropel se desató, y en un dos por tres nos metimos con una bulla infernal en la
galería de los altos. Los faldonudos se asustaron y Leiva abrió la puerta
presentándose en el umbral con Lezica y Tomás Manuel.
-Orden; señores, ¡por Dios! – nos gritaron -. ¿Qué es lo que ustedes
quieren?
-La deposición inmediata de Cisneros – le gritamos -: ¡ahora mismo!
--Señores – nos dijo Leiva -, para oírlos a ustedes necesitamos calma; que
se presente alguien que lleve la voz por ese gentío, y lo haremos entrar al
salón para que hable por todos.
En
el momento se adelantaron Beruti, Chiclana, French y el doctor Grela. Pancho
Planes iba también a entrar, pero Leiva puso la mano y le dijo:
-No, amigo mío, usted es muy loco para este negocio; con estos
caballeros hay lo bastante pues son hombres de representación, y lo mejor es
que no haya tantos con quien hablar.
Dirigiéndose
a Chiclana le dijo:
-Compañero, haga retirar ahora a los demás para que nos dejen tratar el
negocio como buenos amigos y como patriotas que todos queremos el bien de
nuestro país.
Chiclana
conferenció un momento con los demás y dirigiéndose a Pancho le pidió que
obedeciese y que se retirasen a los portales de abajo mientras reducían al
Cabildo.
De
lo que se trataba era de que el Cabildo aceptase la representación que ya
llevaban escrita, y que se nombrase una junta de gobierno compuesta por los
individuos que en esa representación se marcaban. El Cabildo objetó que aquello
era variar todo el orden de la monarquía sin consultar a los demás pueblos del
virreinato; pero French y Chiclana contestaron que no, porque en esa misma
representación se decía que se convocará un congreso nombrado por todos esos
pueblos con libertad.
-Pues esperemos todos – dijo Leiva – a que ese congreso se convoque y
decida como se resolvió el 22.
-No señor; eso no puede ser, porque si bien los otros pueblos tienen el
derecho que tiene el de Buenos Aires a pronunciarse, ellos no pueden negar el
derecho que tiene el de Buenos Aires a pronunciar su voto desde luego, y no
como un mango servil de los europeos que los mandan y que tienen allí fuerzas
para sofocar su voto como sucedió el año pasado en Chuquisaca y en la Paz.
En
esto, el doctor Planes se había introducido furtivamente en la sala, y con todo
atrevimiento, levantó la voz y dijo:
-El Cabildo ha excedido escandalosamente las facultades que le dimos el
22, y ha intrigado para perdernos.
-Modere usted sus palabras – le dijo el gallego Santiago Gutiérrez-:
usted no es de esta reunión y debe salirse.
-Ni las modero, ni me salgo: lo que digo es lo que repite todo el pueblo
y no tardará usted mucho en verlo. El Cabildo Abierto que obró como soberano el
22, resolvió también como soberano separar absolutamente del gobierno al señor
Cisneros y retirarle el gobierno de las armas; y aunque es verdad que defirió
en el Ayuntamiento la elección de los miembros del nuevo gobierno, no se ha
podido ni debido nombrar otros que aquellos que expresaron la mayoría de la
resolución, como el señor Saavedra, el señor Peña, el señor Rodríguez, el señor
Moreno; porque es intriga usar de la facultad concedida como lo ha hecho el
Cabildo, entregando a los enemigos y a la minoría del gobierno, resuelto por la
mayoría…”.
(*) El
fragmento de esta carta pertenece al libro “La gran semana de mayo”,Crónica de la Revolución de Mayo de
Vicente F. López, edición de Eudeba, 1960.
Las
cartas recopiladas en esta edición por Vicente F. López llevan la siguiente
nota del autor:
“Buenos
Aires, mayo de 1885
Publicamos
con este título un legajo viejo de cartas que encontramos en el baúl de la
parda Marcelina Orma. Las cartas no son evidentemente originales, sino copias
de una misma letra, firmadas con simples iniciales, que llevan la fechas del 20
al 31 de mayo de 1810. Carecen por consiguiente de autenticidad, pero
representan un grande interés no solo porque se puede conjeturar por sus
iniciales, que están escritraas o atribuidas a personas muy conocidas de aquel
tiempo como B.V.A. (Buena VenturaArzac)
– F.C. (Felipe Cardoso) – M.O. (Mariano Orma) – F.P. (Francisco Planes) –
J.S.A. (¿Julián Segundo Agüero?) y otros así; sino porque nos presentan la Revolución de 1810, día
por día, y a medida que se va haciendo; sin el enfático clasicismo que le han
dado los panegíricos convencionales de los tiempos subsiguientes; que, sin ser
falsos en la generalización de sus resultados sociales, carecen sin embargo del
colorido que tuvieron los sucesos al tiempo que los iban produciendo la pasión
y el interés de los agentes secundarios que constituían la fuerza vital de
sacudimiento…”