Julio Cortázar y Witold Gombrowicz *
Existen pocos puntos de encuentro entre estos dos escritores insignes, se
podría decir en general que sólo entran en contacto en cuestiones
relacionas con los premios y con los misterios.
Debemos recordar, sin embargo, que los hombres de letras hispanohablantes
tienen la costumbre de encontrarle parecidos a cosas muy diferentes.
Son memorables, verbi gracia, los esfuerzos que hicieron el Vate Marxista y el Filósofo Payador para encontrar paralelos entre el
Asiriobabilónico Metafísico y Gombrowicz.
El paralelo entre Cortázar y Gombrowicz
lo buscó y lo encontró en el año del centenario
un señalado gombrowiczida que además de hombre de letras es psicoanalista.
Estos incansables buscadores de problemas en las cavernas de la psique
tienen la invariable costumbre de contarle el culo a las hormigas.
Con tenacidad y sin claudicaciones este
Perogrullo del inconsciente descubrió que el paralelo entre estos dos
escritores tan renombrados quedaba establecido por el hecho singular de que
ambos eran exiliados.
"Carnet de viaje –breves fragmentos donde por lo general más se dice
de la escritura que del lugar– lo denominan algunos al Diario. La vuelta al
día en ochenta mundos lo llamaría Julio Cortazar y Diario Argentino le diría Witold Gombrowicz.
La fatigada expresión de extranjeros en su tierra bien puede aplicarse a la
producción de ambos (...)"
"Una regla áurea que por su misma condición brillante, destellaría
incesantemente en los apuntes, ya sean los de Los Premios de Julio Cortázar
o Transatlántico de Witold Gombrowicz. Una cierta
baliza destemplada que dice de la extrañeza y el
exilio"
Como el contarle el culo a las hormigas no es un asunto de mi incumbencia
voy a restringir los comentarios que haga sobre este paralelo a los premios
y a los misterios. El Pato Criollo algo nos dice
sobre estas cuestiones, no nos dice mucho y
además lo poco que nos dice es de relativa importancia.
"Otra cosa: o mucho me equivoco, o Cortázar no menciona una sola vez
en los cuarenta tomos de sus obras a Gombrowicz. Y sin embargo, debieron cruzarse más de una vez, porque
Cortázar frecuentaba la
Fragata en los años cuarenta. Supongo que Gombrowicz tampoco lo menciona a él, ni lo leyó. No sé
si Cortázar lo habrá leído, pero tiene un cuento, de los últimos que
escribió, ‘La escuela de noche’, que es totalmente gombrowicziano
(...)"
"Casi te diría que es lo único bueno que ha escrito bajo el magisterio
de tu amigo. Lo curioso es que lo haya escrito al borde de la muerte,
después de veinte años de melancolías literarias y
desvaríos políticos"
Cortázar sí menciona a "Ferdydurke" en "Rayuela", y también mucho después lo menciona cuando se le escapa
de las manos el premio internacional de literatura que, finalmente, recibe Gombrowicz: "(...) justo homenaje al enorme
cronopio de Gombrowicz"
La carrera por los premios, en la que finalmente se encuentran Gombrowicz y Cortázar, tiene
en Gombrowicz un origen temprano. A Gombrowicz le gustaba mucho el juego de las alianzas.
Era el más joven de su grado, estaba aterrorizado, de hecho los primeros
años fueron muy dolorosos.
Como estaba dotado de un temperamento intranquilo y
travieso se convirtió rápidamente en el blanco de todos los golpes y puntapiés, y de torturas
sofisticadas como el sacacorchos, las tijeras sencillas y
la doble Nelson. No había día en que no fuera varias veces al suelo con un
golpe lateral plano que le daban con el pie en una parte baja de la pierna.
Cada mañana, yendo a la escuela cargado con la mochila, era víctima de
taladradoras y pomadas que le aplicaban unos
pesados terribles que se convirtieron poco a poco en sus verdugos
permanentes. A pesar de todo no descendió a la categoría de pelele y organizó un grupo de agresión y
defensa para protegerse de esos terribles suplicios acompañados por las
risotadas salvajes de sus desolladores. En esa edad ingrata soñaba con la
madurez para alejarse de aquel infierno poblado de criaturas que ululaban,
corrían y brincaban en un estado de ebullición
permanente, y para descansar por fin de la
suciedad y fealdad de esos mocosos simiescos.
Mucho tiempo después de estas alianzas escolares de agresión y defensa, enhebraba otras para hacerse del premio
internacional de literatura.
"Como ya sabrás perdí el Premio Internacional por un voto. Todo ha
sido muy dramático. El jurado estaba en San Rafael, a 50 km. de aquí, de modo
que a cada rato venían a verme para cenar, claro. Perdí por la estupidez de
la MacCarthy,
por una falsa maniobra de Ferrater (español) y
por otra falsa maniobra de Bondy. ¡Qué tristeza para vos! De todos modos
salí muy bien parado, Quilombo, con mucha gloria y
se abren nuevas perspectivas en EE.UU. Inglaterra, Italia, España, Suecia y otros países"
Dos años después de esta pérdida Gombrowicz
celebraba consejos de guerra con el duque Hamilton Douglas, con Konstanty
Jelenski, con Dominique de Roux...
Este juego de aliados le ayudaba a presentar batalla a Sarraute, Leduc,
Sartre, Grillet, Guimaraes Rosa, Fuentes, Carpentier y
Cortázar, los otros candidatos. El triunfo fue para Gombrowicz,
lo premiaron por "Cosmos".
El trabajo de los hombres de letras es muy arduo, desde la página en blanco
hasta el editor deben levantar barreras pesadas, incluida la del propio
editor. Después viene la verdadera hazaña, conseguir que alguien lea lo que
escribe.
Pero el calvario no termina aquí, si el hombre de letras logra levantar los
obstáculos que le ponen el editor y el lector
debe iniciar una marcha forzada hacia los premios. Después del Formentor a Gombrowicz se le despierta el apetito, quiere más,
quiere el Nobel.
El desempeño en la enseñanza se mide con las notas, en la escritura con los
premios. El punto más alto de la enseñanza se alcanza con un diez, el punto
más alto de la escritura con el Nobel. Las notas miden la inteligencia, el
Nobel la grandeza, todo esto dicho grosso modo.
"(...) ¿qué tema o problema podría ser más mío que ese acrecentamiento
depravante de mi personalidad, inflada por la fama y
la grandeza? (...) tengo que encontrar aquí mi propia solución, y a la pregunta ¿cómo ser grande? debería darle una
respuesta totalmente particular (...) De nada sirve la afectada maestría de
Anatole France (...) la grandeza de Dostoievski, llena de sencillez
compasiva, astuta y apasionada, tampoco es
utilizable (...) ¿Y el Olimpo de Goethe? ¿Y Erasmo o Leonardo? ¿El Tolstoy de Iasnaia Poliana?
¿El dandismo metafísico de Jarry o Lautremont? ¿Ticiano o Poe? ¿Kierkegaard
o Claudel? Nada de eso, ninguna de esas máscaras, ninguno de esos abrigos
purpúreos (...)"
En casi todos los gremios de la actividad literaria se piensa que el autor
es su obra. Esta explicación pareciera, sin embargo, más apropiada para los
productos del arte que para los productos de la ciencia, a nadie se le
ocurriría decir, pongamos por caso, que Einstein es la Teoría de la Relatividad, pero
pega muy bien decir que Gombrowicz es
"Ferdydurke"..
Las diferencias fundamentales entre la ciencia y
el arte no son tan evidentes que digamos, pero se podría decir
aproximadamente que mientras la ciencia intenta resolver los misterios del
mundo, el arte, en gran medida, vive de ellos. Entre todos los misterios
del mundo, Dios es el más importante y el menos
explicable de todos. Así como el de Dios, no es explicable tampoco la obra
de un escritor, es menos explicable aún que su propia vida.
La vida corriente no es tan oscura, está medida por el desempeño que tiene
el hombre en la familia, en el estudio, en el trabajo, y
por tal razón es menos misteriosa.
En cambio un hombre puesto en la actividad de escribir puede transmutarlo
todo: puede poner a un hombre, llegado a la treintena, como alumno en un
colegio de adolescentes, o volverse puto en estado de ebullición, sin que
el mundo se vaya a alterar demasiado por eso, porque cuando una persona
escribe no tiene asignada ninguna función definida para alcanzar un
objetivo entre los hombres, cualesquiera fuera la naturaleza de esa
función: ética, estética, religiosa...
En cambio, un hombre puesto en la vida real, sí que tiene una función
definida: como padre, como juez, como general, como sacerdote, como
ingeniero, como mozo de café...
El hombre, cuando escribe, se pone aparte de las funciones, su horizonte
está más allá. Las particularidades y las
funciones de la vida corriente se convierten en instrumentos para alcanzar
otros propósitos, por ejemplo, el de ser Dios. Pero Gombrowicz,
según parece, no quiere ser Dios, no se ha cansado de decir que el hombre
está por encima de su obra, y ocupó gran parte de
su tiempo dando explicaciones sobre su obra para limitar el misterio.
Uno de los grandes misterios de Cortázar eran los cronopios. Cuando le
preguntaban por el significados de la palabra cronopios se solía sonreír,
no era el dios Cronos el que lo había inspirado, era otra cosa. En el
intervalo de la representación de una obra de Stravinsky en un teatro de
París, conducida por el mismísimo Stravinsky, se dio cuenta de que estaba
solo en el gallinero, la gente se había retirado para estirar las piernas o
tomar un café.
Esa penumbra que queda en los teatros en los momentos del descanso le
despertó la imaginación, empezó a ver unas figuras tenues que volaban en el
espacio, y con algo de poesía y
con estos duendecillos alados fabricó los cronopios. Eligió uno enorme
entre todos y se lo regaló a Gombrowicz. * para ver el significado de los apodos ver la obra Gombrowiczidas - La identificación de los apodos y de la actividad en el sitio:
http://www.elortiba.org/
(c) Juan Carlos Gómez
publicado el 4-2-2009
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