Una mirada sobre la mujer en las letras
Desde las sensuales palabras
de Safo, la poetisa de la Grecia pre-clásica, a quien Platón denominó
"la décima musa", hasta J.V. Rowling, la joven autora de
la saga de Harry Potter, ha pasado mucho tiempo.
Demasiadas hojas cayeron
de los calendarios desde entonces. Entre el paso de los tiempos y las
aguas que se deslizaron bajo todos los puentes, se produjeron miles
de hechos dolorosos, trágicos, miles de conflictos y guerras, matizados
con alguna sucesión de períodos apacibles. En esos intermedios las
letras en occidente, llegaron a manifestarse con fuerza arrolladora.
A propósito de Salo
y para entrar en el tema, se acota algo sobre el mundo de su intimidad
y de su sentimiento subjetivo. Safo añade el fervor y la grandeza del
alma femenina. Por eso se rescata, por su importantísimo aporte. Se
trata de una verdadera conquista. Jamás la poesía masculina en Grecia,
alcanzó la profundidad espiritual de la linea de Safo. Juega ella con
esa polaridad en lo espiritual y lo sensual, porque solamente la mujer
era capaz de semejante entrega total de alma y sentidos, sentimiento
al que se llama amor. En aquel tiempo era difícil que la mujer concibiera
amor por el hombre. Ella descubre experiencias
íntimas sin patetismo.
Dice Jaeger:
¿Dónde hallar algo comparable en el arte occidental hasta Goethe?
Y Safo expresa:
" Con sólo verte ninguna palabra acude a
mis labios, se quiebra mi lengua, un sutil fuego corre bajo mi piel"
" Algunos dicen
que lo más bello en la tierra es un escuadrón de caballeros, otros
una banda de guerreros a pie, otros una cuadra de navíos: lo más bello
es el ser querido que el corazón anhela".
Es que el ser humano
de todas las épocas tuvo la necesidad imperiosa de desnudar su espíritu,
de expresar sus íntimos momentos, de exponer a la luz sus propias visiones
interiores, a través de la palabra. Necesidad de la que no escapó
Safo ni las escritoras que la sucedieron.
El hecho literario en la mujer fue mucho
más arduo y difícil que aquel realizado por los hombres en similares
condiciones. La actividad femenina, circunscripta desde siempre al ámbito
hogareño, laboral y familiar, más las restricciones que la vida social
imponía, no pudo realizarse como hubiera deseado.
Gustavo Adolfo Bécquer,
el poeta español de los años juveniles, injustamente olvidado, identifica
a la mujer con la poesía, pero la mujer es mucho más que literatura.
Ella es expresión constante,
fuerza creadora, artífice elemental de vida, energía y simiente y
es además un ser espiritual, cultural y pensante, con sus virtudes
y sus defectos, que merece mostrar su capacidad intelectual, su talento,
su valioso universo interior. Una de las herramientas necesarias para
expresarse fue y es la palabra.
Hablando de la palabra,
lo que está más cerca de ella es la mujer silenciosa:
silenciosa porque su acceso al habla nació
en el cuchicheo y en el susurro, porque fue callado su discurso con
respecto a lo establecido por los hombres, quienes, paradójicamente,
calificaron a la mujer de platicadora. La susurrante plática de la
mujer fue creando la sabiduría por transmisión oral. Así
la oralidad es lo maternal por excelencia. Puede decirse que el elemento
femenino de la escritura es la madre. De la madre se aprende a escribir.
Maestra de escritores, es ella la que imprime al hogar el sin sentido
placentero de la plática, de la charla.
La madre imprime al
hogar el espacio artesanal, obsesivo de sus tareas diarias. Coser, bordar,
cocinar, limpiar. ¡Cuántas maneras metafóricas de decir: escribir!
Son ellas las que
ven el polvo escondido en los rincones, detrás de los objetos y las
que se detienen en él. Esa práctica de ir descubriendo lo que otros
no ven, perfecciona su oficio.
En un mundo dirigido
por hombres, donde las manifestaciones artísticas femeninas estaban
relegadas, aquellas que se atrevieron a desafiar las contradicciones
de su tiempo y que desearon incursionar en los arduos caminos del arte,
debieron enfrentarse con un sinnúmero de inconvenientes.
¿Alguien recuerda alguna
escultora que se haya destacado en la Grecia clásica? ¿Alguna pintora
o artista plástica cuyo nombre surja en la época renacentista? La
única que aparece con un gran genio pictórico es Artemisa Gentileschi,
que, aún torturada por la Inquisición, continuó pintando.
¿Hay alguna mujer que
particularmente se nombre entre los grandes músicos de todos los tiempos?
¿A qué se debe esta ausencia femenina en todos los campos del arte?
Es cierto que la mujer
no ocupaba todavía el centro en el salón cortesano del Renacimiento,
pero ya comienza a intervenir en la vida literaria del grupo. El Renacimiento
es una época viril, pero Lucrecia Borgia, en Nepi e Isabella d'Este,
en Ferrara y Mantua, influían, como excepciones, en los poetas de su
ambiente y en las artes plásticas.
Fuera de ellas, que influían
pero no se dedicaban al oficio, las mujeres ¿carecían de talento?
¿No tenían capacidades artísticas o intelectuales? ¿O la ausencia
femenina en el campo del arte, se debió a que no se le otorgó, durante
siglos, la posibilidad de su desarrollo en todos los órdenes?
Fue necesario romper
trabas de toda índole para revertir esta injusta situación a la que
fue sometida. La mujer debió luchar con todas sus armas para imponerse
y decir: presente.
Uno de los grandes pasos
que dio la humanidad fue destruir los prejuicios y los obstáculos que
privaron a la mujer de sus derechos y comprender que se debía abandonar
la exclusión, porque la educación es para todos, si se quiere arribar
a un porvenir participativo, independiente y provechoso.
En la Edad Media
la misoginia era muy fuerte. Las mujeres eran educadas en la pasividad
femenina, en la sumisión a sus padres y a sus futuros maridos.
El Renacimiento otorgó
importancia a lo terrenal y a la valorización
de la persona humana. Afectó al modo en que se representaba a la mujer
y ello significó la recuperación del cuerpo.
En el siglo XVI, se recuerda
a Santa Teresa de Avila, (1512-1582) una de las tres doctoras de la
Iglesia. Escritora española, oriunda de Avila, se destacó por sus
visiones, su misticismo, su inteligencia. Fue autora de importantes
obras como: "Las Moradas", "Caminos de perfección"
y muchas otras. Fue reformadora de la orden de las Carmelitas. Aquella
que dijo:
"Nada te turbe.
Nada te espante.
Todo se pasa.
La paciencia todo lo
alcanza.
Quien a Dios tiene nada
le falta.
Sólo Dios basta."
La figura de Sor Juana
Inés de la Cruz (1651-1695) gran luchadora del siglo XVII, es como
un símbolo de lo que luego sería la historia moderna de México. Para
Octavio Paz su condición recuerda a los intelectuales libres de las
sociedades dominadas por la ortodoxia y regidas por la burocracia.
En el prólogo de su
libro: "Sor Juana Inés de la Cruz. Las trampas de la fe",
Octavio Paz expresa: '" Cuando comencé a escribir hacia 1930,
la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz había dejado de
ser una reliquia para convertirse en un texto vivo.”
.
El que encendió la mecha de su reconocimiento, en México, fue un poeta:
Amado Nervo. Su libro Juana de Asbaje, (1910) está dedicado a "las
mujeres de mi país y de mi raza".
Ante los inconvenientes
y las persecuciones que debió afrontar, dice Juana:
y no mi entendimiento en las bellezas?
Hay una poetisa peruana,
Amarilis, que sigue siendo un enigma en la literatura, acerca de su
identidad. ¿Amarilis de quien, de dónde? De su vida no se sabe más
que lo que surge de sus versos. De ella se dice que vivía recluida
en un convento de Lima (en 1621)
En la obra "Filomena" de esta autora, Lope de
Vega añadió una epístola en verso. Por eso se conoce su existencia.
Se hace hincapié
en el siglo XVIII, porque comienza una feminización del gótico. En
los relatos aparecerá la visión de un hombre nuevo, capaz de verter
lágrimas y efusiones. Hay un culto a la sensibilidad. No olvidar que
el siglo XVIII, fue fuente de transformaciones en Europa. Se da la revolución
industrial y la revolución francesa. El trabajo de la mujer cambia,
va las fábricas y hasta las minas y el campesinado, expulsado, llega
a las ciudades, donde vende sus trabajos al mejor postor.
Surge allí
la figura de Mary Wollstonecraft, inglesa de clase media, que sufrió
la explotación. Cuidó niños, dio clases, hasta que fue escritora.
Fue la madre de Mary Shelley, autora de Frankestein. Los fibros de Mary
Wollstonecraft fueron instrumentos de liberación para
la mujer. Ella es la pionera del movimiento feminista.
Hablando de este tema,
uno de los ejemplos de la lucha femenina fue protagonizado por Amandina
Aurora Dupin. (1804-1876) Baronesa de Dudevant. Fue una novelista francesa
del movimiento romántico, famosa por sus obras y por sus romances con
grandes literatos y artistas de la época (amante de Franz Lizt y de
Federico Chopin, entre otros) Una de las escritoras más fecundas de
su país, considerada la creadora de la novela rural y la novela idealista.
Fue defensora de las ideas del socialismo, expuso su visión en la Francia
del siglo XIX, pero para ello debió usar no sólo ropas masculinas,
sino también un nombre masculino. El de George Sand. Así logró introducirse
en los círculos literarios y culturales europeos. Y así triunfó,
vestida de hombre. Recordamos sus obras "Indiana" y "Valentina."
Referirse a Jane Austen, (1775-1817) es recordar las novelas domésticas,
que fueron escritas alrededor de 1800. ¿Qué se rescata de su labor?
Haber acentuado en sus obras el estado de indefensión en que se encontraba
la mujer, sobre todo en los derechos de herencia, que corrían por la
línea masculina.
Sus personajes femeninos
son obligados a buscar refugio en matrimonios que las salvarán de la
pobreza o de la tarea de institutriz. A esta autora se la consideraba
ignorante e iletrada, ingenua y en muchos aspectos obtusa. La realidad
social es el elemento vital que mueve sus figuras.
Ella escribe en uno de
sus poemas:
"Nuestros padres
supieron del valor de una sombra bajo el sol riguroso; y en paseos sombríos
gozaron a mediodía del frescor y la oscuridad del día declinante.
Llevamos nuestra sombra
con nosotros".
Las hermanas Bronte,
Charlotte, autora de "'Jane Eyre", Emily, autora de "Cumbres
Borrascosas" y Anne, autora de "Agnes Grey, novelistas inglesas
que trascendieron, con todos sus sinsabores la época que les tocó
vivir, en el siglo XIX. Lo suyo fue un verdadero suceso literario que
no se registra en otro lugar, ya que entre 1847 y 1848, las tres publicaron
sus libros, que llegaron a ser los más influyentes en la historia de
la literatura inglesa de su tiempo.
Surge también la
novela gótica inglesa con la unión de novela y antiguos relatos medievales,
de aventuras o romances. La imaginación o invención toma carta
de ciudadanía. Mary Shelley, con su Frankestein, el Prometeo moderno,
produce un nuevo peldaño para la novela.
El mundo está
desencantado (desde Galileo a Newton) Entonces vuelven los castillos
góticos, las supersticiones populares, la fantasía como extrañamiento
de la realidad. Hay un repentino gusto por el terror. Las cualidades
de la mujer son depreciadas. Se delata la incapacidad femenina por la
independencia de juicio. Se les niega a las mujeres la autonomía como
sujeto.
La novela gótica
escrita por mujeres, en la segunda mitad del siglo XIX, expresa esta
situación, desde Ann Radcliffe hasta George Elliot (llamada en realidad
Myriam Evans)
Ante las limitaciones
de la educación intelectual impuesta, que constituyó uno de los graves
errores de las pasadas generaciones, las mujeres avanzaron lentamente.
La necesidad de participación se fortaleció y fueron creciendo en
forma paulatina, sin esconder su genio, imponiéndose como pioneras
y precursoras de las letras en los rincones donde le tocó actuar.
Volviendo a las fuentes,
después de hablar de la novela gótica, con su impronta
de terror, de fantasmas, lindante con lo irracional se cita a Manuela
Gorriti a quien Cortazar incluye dentro del modo gótico de escribir
(fluctuación entre el bien y el mal) Ella amaba la fantasía, por eso
resultaba extraña para la época (siglo XIX)
Sus temas
fueron: las mujeres de su tiempo, los indios, las guerras, los marginados,
los oprimidos. En Lima, donde vivió
treinta años, inauguró una escuela, un salón literario. Fue una luchadora,
una mujer de acción, que quiso ser libre.
De ella se transcribe
"En cuanto a
la gente de aquí sólo piensa en ganar dinero. El abogado cierra su
estudio, el periodista deja la mesa de redacción, el escritor tira
la pluma, todo se abandona, llegada la hora de la bolsa, y todos corren
allí, a comprar oro, a vender oro, a comprar y vender tierras.”
“Es una fiebre de especulación
que cada día improvisa fortunas enormes."
A pesar de todas las
limitaciones las mujeres continuaron creciendo con el correr de los
tiempos. Esto sucedió en diferentes latitudes y regiones. Ejemplos
claros se muestran en América latina, con docentes sufridas y
sacrificadas. Tales los casos de las tres grandes del sur: Gabriela
Mistral, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbourou. La primera de ellas,
fue la destacada escritora chilena, Gabriela Mistral, seudónimo de
Lucila Godoy (1889-1957) quien llegó a obtener el Premio Nobel de Literatura
en l945.Ella desempeñó cargos diplomáticos en representación de
su país. Su obra poética la ubica entre las figuras importantes del
habla castellana contemporánea.
¡Cuánto hay también
para decir de Alfonsina Storni! Poetisa argentina, lírica del amor,
autora de versos profundos, llenos de ternura y de insatisfacción,
que terminó quitándose la vida en l938.
¿Quién no recuerda
aquellos hermosos versos de Alfonsina que dicen:
"Quisiera esta tarde
divina de octubre/ Pasear por la orilla lejana del mar;
Que la arena de oro,
y las aguas verdes, / Y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta,
quisiera, / Como una romana, para concordar
Con las grandes olas, y las rocas muertas/
Y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos,
/ Y la boca muda, dejarme llevar;
Ver como se rompen las olas azules /
Contra los granitos y no parpadear
Ver como las aves rapaces se comen
/l Los peces pequeños y no despertar;
Pensar que pudieran las frágiles barcas
/ Hundirse en las aguas y no suspirar;
Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar…
Perder la mirada, distraídamente, /
Perderla y que nunca la vuelva a encontrar;
Y, figura erguida, entre cielo y playa,
/Sentirme el olvido perenne del mar.
Interesa también
hablar de Delmira Agustini, porque se hace cargo del dualismo (forma-contenido
en su escritura) ya que con el modernismo había primado la forma~sobre
el contenido.
Partida en dos, ella
así, escribió literatura. El mundo de principios del siglo XX traza
esa realidad, que ataba cuerpo y alma, Delmira intentó
atar cabos, a su manera.
Su originalidad está
en su temperamento porque creó su propia mitología poética. Era
espontánea, más que disciplinada, de lenguaje descuidado. Su poesía
era fogosa, impetuosa, de inspiración erótica, pero de un erotismo
realista y profundo que escapa a las apetencias de los sentidos. El
mundo de su deseo tomaba una forma
ideal
Todo su erotismo,
su sueño, su poesía es vida auténtica, vida interior. Es una inspirada,
un caso de intuición intelectual. De una honda feminidad, por eso se
rescata.
Ella escribe:
Amor
"Yo lo soñé
impetuoso, formidable y ardiente, hablaba el impreciso lenguaje del
torrente,
era un mar desbordado
de locura y de fuego, rodando por la vida como un eterno ruego.
Luego lo soñé triste, como un gran
sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza
de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna
como un ruego
sonaba sus cristales el alma
de la fuente.
Y hoy sueño que es vibrante, y suave,
y riente, y triste,
que todas las tinieblas y todo el
iris viste;
que, frágil como un
ídolo y eterno como Dios,
Sobre la vida toda su majestad levanta;
y el beso cae ardiendo a perfumar su planta:
en una flor de fuego deshojada por dos”
Se recuerda también
a la uruguaya Juana de Ybarbourou, llamada “Juana de América”,
por la enorme popularidad que alcanzó en el mundo de habla hispana.
Sus publicaciones primeras gozaron de gran éxito, con sus ritmos simples
y contagiosos, donde canta al amor y a la naturaleza.
Ella dice:
“Si yo fuera hombre,
que hartazgo de luna
de sombra y silencio
me haría de dar!
Como noche a noche, solo
ambularía
por los campos quietos
y por frente al mar
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Si yo fuera hombre, que extraño, que
loco, tenaz, vagabundo que habría de ser!
Amigo de todos los largos camino
que invitan a ir lejos para no volver
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Cuándo así me acosan ansias andariegas
que pena tan honda me da ser mujer!.
Gobernantes y legisladores
fueron comprendiendo que el desarrollo de la inteligencia en todos los
niveles, debe ser un objetivo primordial de la educación en un mundo
civilizado, sin exclusiones, para el progreso de la humanidad.
Una muestra de ello es
la generosa participación femenina en el siglo XX, con su capacidad,
su frescura, su sensibilidad, que comenzó a aportar todo su esplendor
en una literatura que no se detiene. Con constancia, estudio y dedicación,
la mujer va imponiéndose a la vergüenza de una exclusión que la relegó
por centurias.
En medio de un mar de
inconvenientes, representado muchas veces por las distancias, la falta
de medios de comunicación e información, la escasez de medios económicos,
hace que quienes se destacaron sean merecedoras de todo el reconocimiento.
Decía Stendhal
que admitir a la mujer en perfecta igualdad con el hombre, sería la
señal más segura de civilización y duplicaría las fuerzas intelectuales
del ser humano. Afortunadamente los tiempos han cambiado y la mujer
ocupa un lugar importantísimo en la dinámica de la literatura occidental.
No olvidemos a Simone de Bouvier, a Margatite Duras, a Virginia Wollf,
a la famosa Ágatha Christy, con sus inolvidables novelas policiales,
a Margarite Youcenar, historiadora, poeta y novelista, primera mujer
en ingresar a la Academia Francesa de Letras, que obtuvo un éxito mundial
con sus "Memorias de Adriano".
Ya que se ha nombrado
a Virglnia Wolf, se puede decir que nadie supo mejor que ella que la
frase o construcción ideada por el hombre, demasiado pesada, demasiado
pomposa, demasiado amplia, no le sirve a la mujer para escribir.
“Si somos mujeres,
agrega Virginia, el contacto con el pasado se hace a través de nuestras
madres, es inútil que acudamos a los grandes escritores varones, en
busca de ayuda. Y en el contacto con la madre, es donde se desarma la
frase.”
Su pomposidad muere
con la plática, su pesadez, con el cuchicheo, su amplitud con el silencio.
Allí sedimenta y crece, como una telaraña, el inmenso texto escrito
por mujeres.
También se puede expresar
que las autoras abarcan todos los géneros literarios y también todos
los temas. Hay una gran pluralidad discursiva, a partir de la idiosincrasia
y de las características de cada una.
¿Qué sentido tendría la palabra escrita,
sino el hecho fundamental de llegar al lector, de acercarse a su entendimiento,
a su interioridad, a sus sentimientos?
Es posible establecer
un ir y volver entre el escritor y el receptor, un intercambio de ideas,
de sensaciones, de emoción.
Dice una escritora
de nuestro tiempo, Rosa Montero, acerca de los autores y sus producciones
y de las mujeres escritoras. La función primordial de la narrativa,
su sentido esencial es la búsqueda de sentido. Si bien en el mundo
occidental la situación ha cambiado mucho, la cultura oficial sigue
siendo de los varones. En los simposios suele seguir citándose a las
escritoras como un capítulo aparte. Apenas si aparecen en las antologías,
o en los resúmenes de fin de año.
A las mujeres no
se les dejó estudiar en la Universidad hasta bien entrado el siglo
XX. No votaron hasta hace unos sesenta años. En las dos terceras partes
del planeta la mujer sigue siendo un ser carente de derechos.
Es importante recordar
la actuación de la escritora y ensayista Victoria Ocampo (1891-1979)
destacada pionera que se desempeñó a favor de la cultura argentina.
Desde la fundación de la revista "Sur", se vincularon con
su país grandes personalidades internacionales, que luego Victoria
invitó personalmente, siendo una gran anfitriona de escritores y artistas.
Esta revista, que ella misma financió, la ubicó en un lugar privilegiado
al diseñar una síntesis cultural del siglo XX.
En 1967 fue nombrada
Doctora Honoris Causa de la Universidad de Harvard y en 1976, miembro
de la Academia Argentina de Letras, siendo la primera mujer del país
en ocupar ese lugar.
Fue una verdadera pionera
de la cultura argentina.
La escritura de Silvina
Ocampo, hermana de Victoria, es una búsqueda de cómo debía escribir
una mujer, a la que se la ha educado para sentir como mujer. Ella quiere
escapar de la escritura varonil, como de las imposiciones de expresiones
que le corresponden a una mujer.
Ella hace una subversión
de los estatutos de la diferenciación sexual y aparece una descripción
al modo gótico de escritura, por eso se la coloca entre Mary Shelley
y Virginia Wolf, que le sirve de trampolín para insertar en sus relatos
lo cruel, como marca contra la supuesta bondad o ternura maternal de
la mujer.
Así ella encuentra una
voz propia en las letras, con sus adivinas y modistas. Sin embargo no
figura en la historia de la literatura argentina, pese a que empezó
a publicar en 1937.
Entra por el camino sesgado
de un género entre la recuperación de la infancia y las fórmulas
cuentísticas infantiles, que atesoran lo maravilloso, pero pone en
entredicho las fórmulas perfectas, que aquejan a los varones y que
eran el canon de Borges y Bioy, su esposo. Su obra llevó el estigma
de la imperfección.
Como un símbolo de la
juventud y de su época, entre los años 60 y 70, se encuentra Alejandra
Pizarnik. Para ella la poesía "fue un destino, no una carrera".
Esta es la misma idea que brinda Octavio Paz, cuando dice: "' El
arte no es un espejo donde nos contemplamos, es un destino en el que
nos realizamos".
Dice Alejandra:
Señor/ la jaula se ha vuelto pájaro/
y ha devorado mis esperanzas/
Señor/ la jaula se ha vuelto pájaro./¿Qué
haré con el miedo?
Olga Orozco, una grande de la poesía
argentina, expresa: "Escribir es una búsqueda que tiende a desenmascarar.
Es apenas un vistazo. Pero consuela".
Excelentes escritoras preceden a las
actuales, muchas de ellas han alcanzado importantes galardones
por su calidad, por su capacidad, por su dedicación. Tal es el caso
del Premio Nobel de Literatura que han merecido. Pero se debe destacar
que hasta ahora ha sido concedido sólo a nueve mujeres en su larga
historia.
Este es un número pequeño,
si se considera que existen muchísimas escritoras, dedicadas con real
entusiasmo a las letras, que trabajan con enorme talento, vocación
y creatividad.
Dentro de tantas escritoras
de esta época, se destaca Julia Kristeva, (búlgara, filósofa, lingüista,
semiótica, docente y sicoanalista) autora de dos novelas, porque es
una de las figuras más representativas de la actualidad. Ella dice:
" El amor es
algo de lo que se habla y no es más que eso. Los poetas siempre lo
han sabido". Y agrega: "El lenguaje poético es la capacidad
para escuchar los límites del psiquismo humano. La escritura poética
tiene la posibilidad de quebrar la barra significado-significante, para
establecer una red de sentidos sin tener en cuenta el orden lineal del
enunciado, ni las leyes de la gramática"
El otro significado actúa
como el sueño, de lógica propia. El lenguaje poético es un tipo de
discurso distinto de la comunicación cotidiana. Mientras que en el
lenguaje cotidiano A no es B, en el lenguaje poético A puede englobar
a B.
Dice Baudelaire:
"Ramos agonizantes
en ataúd de cristal". Ramos y ataúdes son existentes en
la realidad, pero en la lengua cotidiana no agonizan los ramos ni los
ataúdes son de cristal, no son significados lógicos. La poesía afirma
esa no-existencia.
La trascendencia de las
escritoras ha permitido que su literatura llegue a miles de lectores
y muchos de sus libros llevados a la pantalla cinematográfica. Tal
el caso más famoso: el de Margarett Mitchell, autora de la novela "Winds",
de 1037 páginas, publicada en 1936 y filmada como " Lo que el
viento se llevó". Por esta película, de proporciones épicas
su director Víctor Fleming, ganó el Oscar en 1940. Fue un éxito nunca
imaginado, que narra una de las mejores historias llevadas al cine,
donde muestra la grandeza y esplendor de las plantaciones del Sur norteamericano.
Esta obra está llamada a ser la primera pieza clásica del cine, la
más popular y recordada.
Entre las latinas se
recuerda a la argentina Beatriz Guido, con" La casa del Ángel",
a la chilena Isabel Allende, con "La casa de los espíritus ",
y a Laura Esquivel con su libro:"Como agua para chocolate”.Todas estas obras fueron llevadas al cine. Se citan a otras eseritoras
que han acaparado la atención del gran público como: Ángeles Mastreta,
Rosa Montero, Sara Gallardo, y tantas relacionadas con el teatro y el
cine, como Maria Helena Walsh, María Luisa Bemberg, Aída Bomik, Griselda
Gambaro y numerosas poetas, intelectuales y novelistas que engalanan
la literatura americana y del mundo. Sería largo enumerarlas.
Se transcribe un pensamiento
de Rosa Montero, de su libro: "La loca de la casa":
"Hoy se sabe
que los libros forman parte del mercado y son vendidos con técnicas
comerciales muy agresivas, como las que emplean vendedores de refrescos
o de autos. Así llegan a más gente, al estar en el mercado, están
en la vida, porque hoy todo es mercado.
Pero lo malo es que
los libros de tirada corta apenas pueden subsistir. Esta es la consecuencia
del éxito comercial que se diría es la
única medida del valor de un libro, porque hay obras horrendas que
venden a mansalva y libros estupendos que apenas circulan. Hoy todo
empuja, te tienta para que vendas y vendas, porque si no, no existes”.
En la República Argentina
han surgido excelentes personalidades dedicadas a las letras. Todas
estas escritoras, por su tarea creativa y por su lucha, merecen el reconocimiento
del público.
Destacar la actividad
de las mujeres consagradas a las letras es justo y necesario. Ellas
continúan con fuerza y dedicación, con sus talentos y sus valores
creativos, trabajando con ahínco, para insertarse en esa aventura fantástica,
ese mundo maravilloso que es la literatura.
(c) Fannsy Roeschlin - Elida Farini
publicado el 5-1-2009