El espacio poético
(Córdoba) Elida Graciela Farini
¿Podría el amor, el sentimiento más noble de la humanidad, nacer, crecer y desarrollarse, sin estar estrechamente unido al paso inexorable del tiempo y a un lugar, un escenario, un paisaje, un espacio determinado?
Al hacer esta pregunta surge siempre la idea de un conjunto, de un todo indestructible.
Pero si buscamos los espacios poéticos, aquellos que idealizan los autores, que se identifican en la realidad o en la ficción, se encontrarán tantos como el escritor los descubra. Porque la palabra unirá definitivamente, al amor, al tiempo, al lugar, en su lenguaje poético.
Estará en la mirada del escritor, en la metáfora, la idea del espacio sideral, el paraíso, el espacio bíblico y eterno, el paisaje terrenal, pero también el paisaje interior y el infinito.
Respiro y hacerlo
todo un signo universal
se conmociona.
Descubro mi horizonte.
Recupero mi sosiego
y el gigante de la mente
renueva sus latidos.
Un cosmos sideral
me sobrepasa,
pero soy un ave
transformada en vuelo,
traslúcida de sol,
ebria de cielo.
“Traslúcida”- del libro “Delirio Cósmico” de Elida Farini
En este poema se unen el espacio exterior, con el espacio interior del ser.
Este último, el espacio interior, es el que cada ser humano alienta desde su sensibilidad, sus experiencias, desde sus sentimientos y emociones
Allí se encontrarán los espacios que ya hemos atravesado. El vientre materno, como símbolo de lo perfecto, del lugar de la protección, del abrigo, del amor incondicional. También estarán las grutas que sirvieron de refugio al hombre primitivo, las moradas, la casa, los laberintos internos y externos, los parajes físicos donde los seres concretan sus vidas, el mundo, también como un espacio para todos, y más allá: el cosmos.
Al comienzo Su amor colmó
la inmensidad celeste.
En iridiscentes círculos
derramó la opulencia de Su fuente.
Y crecieron a su diestra los planetas,
las luces, los mundos, las estrellas.
Riqueza incandescente de soles expandida
en hálitos de ensueños repetidos…
Y fue todo Su Ser vibrando unido
a un cosmos sideral por siempre alerta.
“Génesis” del libro “Delirio Cósmico” de Elida Farini
Encontrar en los recursos poéticos la infancia, como un lapso de tiempo que se fue, pero que permanece en la memoria. Y ésta como receptáculo de todo lo que fuimos y todo lo que somos.
La memoria que se alimenta de los hechos vividos, de los pensamientos y de las ideas, pero que también se manifiesta a través de los silencios, de las presencias y de las ausencias.
¿Qué es el ser humano sin memoria?
De la ella se rescatan los recuerdos, el instante de la ternura o de las caricias, un espacio que el creador, el artista, atesora como una fuente de inspiración permanente.
¡Oh mi ensueño perdido!
Fue aquella tarde de cambiantes rojos,
Que mis labios volaron a tus ojos
Como vuelan dos aves a su nido.
¿Recuerdas el instante?
.Lo que tu labio entonces me decía?
¿La caricia, en el aire suspirante,
Del alma tuya con el alma mía?
“Visión primera” de Rafael Obligado - de: “Antología de la Poesía Amorosa”
Allí estarán las evocaciones de lo subjetivo, las imágenes del universo interior, la libertad, la vejez, el cosmos, las visiones de otros mundos, reales o ficticios, pero espacios al fin.
Aparecerán los sonidos de épocas pasadas, los aromas del ayer, las voces de antaño.
Hay volúmenes y distancias que se conjugan en tiempos distintos, el pasado, como lo que ya se fue, sin retorno.
El futuro, lo que es incierto, idealizado siempre, pero huidizo y lejano.
El presente como lo que está hoy, lo único cierto. Lo que pertenece a este momento, no a otro.
Vive este hoy, este ahora que luce inmaculado
este ahora que enfrentas y ante ti se levanta,
que ligero te invita a escalar sus peldaños
y a serenar tus plantas.
Lo demás es incierto. Es ignoto el futuro.
Inaugura la dicha de este sendero nuevo,
porque hoy es lo único sereno y valedero.
Frag. de: “Este hoy impostergable” del libro: “Delirio Cósmico” de Elida Farini
Dice Juan Gelman que: “los dolores no se pueden dejar atrás, porque, finalmente, la memoria también es presente”.
Pero están también los espacios que ofrece la Creación y sus bellezas.
El aire, la tierra, el mar, el fuego, llegan a ser reflejos de los espacios poéticos.
Basta encontrar los lugares en los mares, en los ríos, en los suelos, en la fecundidad de la tierra. La naturaleza toda es un canto de amor, en cuyos espacios se cobijan los seres vivos, con sus anhelos de eternidad.
La fuente llega al arroyo,
el arroyo llega al mar
y las brisas y las auras
unidas viene y van.
…………………………
Montes y cielos se besan,
besos las olas se dan,
la flor desdeña las flores
si no besan a su igual;
rayos de sol y de luna
besan la tierra y el mar.
…………………………..
“Filosofía del amor” de Percy Shelley-de: “Antología de la Poesía Amorosa”
En ese conjunto de tiempo, de amor en cada una de sus manifestaciones y de espacio, se reúnen las formas diversas de la creatividad.
¡Qué bellísimo espacio nos muestra la “Capilla Sixtina” de Miguel Ángel, o “La última cena” de Leonardo da Vinci!
Obras maravillosas que sólo con amor, con tiempo y con espacio pudieron ser realizadas.
Todo cabe en la obra artística, cuando al arte, aferrado o no a los términos convencionales del tiempo, supera sus propios mojones, sus limitadas fronteras y corre, vuela desmedido por los campos etéreos de la creación, donde aparece la vida misma del escritor, del poeta, del artista, su paisaje interior, el escenario de su propia vida.
Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo.
……………………………………….
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de uno mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.
“Arte Poética” fragmento de Jorge Luis Borges- del libro “El hacedor”
La visión de un alma que puede ir más allá de sus límites terrenos, para refugiarse en el infinito, en los espacios astronómicos y aún más allá, en los confines sin límites de su imaginación.
Las palabras se extralimitan en su desborde irrefrenable, como es irrefrenable el sentimiento del amor, de la pasión, del dolor, de la vida o de la muerte.
¿Qué existe dentro de la poesía, de la obra de un autor, sino el amor, los sentimientos, el tiempo y sus propios espacios, la síntesis o la razón de su vida?
El fuego que de ella emana, la sutileza de lo sensible, la rudeza de lo cotidiano.
Planos a veces misteriosos que se desmadejan, como es misterioso el paso del tiempo, el devenir del agua que nunca retornará a su cauce, como son misteriosas las razones o las sinrazones del amor.
Transportan a climas que nunca imaginamos las prodigiosas notas de las sinfonías de Mozart o de Beethoven. Las magníficas sutilezas musicales, del genio de Federico Chopin al escuchar sus polonesas o sus nocturnos.
¿No es acaso la poesía que surge del espíritu, una expresión indescifrable del artista, la más elevada y pura de las manifestaciones del arte?
También sus espacios lo son.
¿Definir los enigmas de ese infinito indescriptible que es el universo, no es adentrarnos en un mundo o una zona maravillosa, como lo fue alguna vez el vientre materno o el regazo de la madre, como los primeros espacios que conocimos?
Mujer, en un silencio que me sabrá a ternura
durante nueve meses crecerá tu cintura
y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
vestirás simplemente y andarás con fatiga.
Un día, un dulce día con manso sufrimiento,
te romperás cargada como una rama al viento,
y será el regocijo
de besarte las manos, y de hallar en el hijo
tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos, un poco, casi nada.
Fragmento de “Maternidad” de José Pedroni
Pero allí estarán también los laberintos de Borges, los suburbios de Carriego, pasando por los jardines de tantos poetas, la amada inmóvil de Nervo, las golondrinas de Bécquer, la naturaleza de Neruda, los duendes de García Lorca.
La imagen de los espacios más diversos donde la realidad y la ficción se vuelcan, para aparecer a cada momento en la voz, en el cincel, en la música, en los pinceles, en fin en las manos, en la mente y la sensibilidad de todo creador.
Y estarán también, a no dudarlo, las sugerencias de la levedad de la vida, de la seguridad de la muerte, ese otro espacio que aguarda, sin saber donde ni para cuando.
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más aún la piedra dura porque esta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
¡y no saber a dónde vamos,…
ni de donde venimos.!...
“Lo fatal” de Rubén Darío, del libro:” “Los titanes de la poesía universal”
Dice Juan Gelman en el discurso pronunciado con motivo de recibir el Premio Cervantes, en Madrid, que “el internarse en sí mismo del poeta es un atrevimiento que lo expone a la intemperie”. Esta, la intemperie, en sí misma, a parte de su dolorosa conformación, es también un espacio poético, que obliga a ahondar en los sentimientos y en las palabras, las que conducen al artista mucho más hondo en su interioridad, tantas veces desprotegida.
La infancia, la cuna, sus cualidades nunca olvidadas y el olvido, como una forma de negación de las propias vivencias.
El olvido, espacio siempre vital y siempre trascendente, porque supera y aleja de los momentos vividos y obliga a reflexionar sobre aquellos que ya no están, pero que en su tiempo estuvieron.
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
………………………………………………….
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
“Donde habite el olvido” del libro del mismo nombre, de Luis Cernuda.
Aquellos que nunca hubieran imaginado encontrarse con los adelantos técnicos, científicos y de diversos órdenes de los que hoy gozan los hombres y las mujeres de la actualidad. ¿Lo hubieran imaginado siquiera, como pudo hacerlo una mente tan privilegiada como la de Julio Verne, por citar al más representativo de los autores de la literatura de ficción?
Como dice el autor español Javier Marías, la aceleración del tiempo, “nos hace relegar mas de la cuenta a los que ya no están”.
Estas reflexiones surgen, al suponer que los seres de hoy, tampoco lograremos imaginar aquello que aún no ha sido inventado, ni las nuevas palabras que se están gestando en algún lugar y que tal vez, pronto nazcan para enriquecer o desvalorizar el lenguaje.
Porque somos pasajeros de un tiempo y de un espacio que pronto no será nuestro y que ya no nos pertenecerá.
“No corramos tras el tiempo, puede que no lo alcancemos”; porque por el futuro nos olvidamos de vivir el presente.
Hay unas palabras muy acertadas de John Lennon que se refiere a ese espacio vital del que gozamos: la vida y dice: “La vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro”.
Vivir el tiempo presente, ocupar los espacios físicos, espirituales, infinitos, de la imaginación y la conciencia, del arte, de la fantasía, de los sentimientos y las emociones, de los que disponemos.
Estar dispuestos al amor en cualquiera de sus manifestaciones: maternales, fraternales, filantrópicas, amorosas, es toda una consigna, porque como dice Voltaire: “La felicidad nos espera en algún sitio”.
(c) Elida Graciela Farini
sobre la autora:
Elida Graciela Farini nació en Buenos Aires y se radicó en Córdoba. Docente, escritora y artista plástica. Junto a su labor en la docencia desarrolló una intensa actividad cultural toda su vida. Egresó del Instituto de Artes Visuales de la Universidad del Nordeste, realizando más de setenta exposiciones de pintura en diversas provincias argentinas.
Sus temas se publicaron en diarios y revistas del país, y en diversas antologías, recibiendo importantes premios.
Participó en muchas entidades culturales con gran entusiasmo. Ha publicado siete libros de poesías, una novela larga sobre la inmigración europea en la Argentina, a partir de l900, titulada “Ecos de la Memoria”.
También publicó una obra de apoyo educativo para estudiantes y maestros: “Vuelo de Campanas II ”.
Tiene varios libros inéditos, dos de ellos próximos a editarse, uno de cuentos titulado: “De Memorias y Vigilias” y otro de ensayos, compartido con la escritora Fanny Roeschlin
Pág.web: www.elidafarini.com.ar
publicado el 18-10-2008
imagen: Vicent Van Gogh, La lectora de novelas |