(Santiago de Chile) Reinaldo Edmundo Marchant
Gabriela Mistral,
su legado
La poeta Gabriela
Mistral debió esperar seis años para que después de recibir el Premio Nobel, en
1945, le dieran el siempre discutido Premio Nacional de Literatura, y en
decisión discutida. En Chile, debió esperar cincuenta años después de su muerte
para que su obra comenzara a reconocerse y su legado se hiciera indiscutible.
En otros países sus libros, que van desde la poesía a excelentes tratados sobre
la educación, ya contaban con un apoyo ejemplar por parte de la comunidad
intelectual, universitaria y editorial. En su país natal, la valoración a su
escritura caía a cuenta gota, algo que ella misma se encargó de vaticinar
muchas veces.
La gran poeta del
Valle de Elqui, goza de un prestigio extraordinario en Latinoamérica. En
Colombia, existen más institutos culturales que llevan su nombre, aventajando
claramente a Pablo Neruda, por ejemplo.
Mistral, a través
de su poesía intensa y de su prosa reveladora, nos proyectó tanto o más que la Gabriela educadora que es
su faceta con que sus adversarios han tratado de minimizarla. Fue una
visionaria, que se adelantó a su tiempo: no sólo representó los valores y
principios de una mujer de vanguardia sino que la vigencia de sus postulados
son perfectamente válidos en la actualidad. Cuando todo estaba en pañales, ella
luchaba por los derechos ciudadanos de la mujer y predecía que alguna vez una
mujer sería Presidenta de la
República, entre otros derechos democráticos.
Fue una creadora de
la palabra y de las ideas, que traspasó fronteras a través del verbo y con su
pensamiento, llevando de la mano a Chile, a Latinoamérica y al mundo indígena.
Difundió lo mejor de nuestra cultura, de nuestra geografía, las vidas, oficios
y circunstancias de su gente. La realidad de los vulnerables fue su
preocupación constante, que plasmó en textos que pocos han estudiado. La
encarnación del genuino espíritu latinoamericano, que cantó y denunció como
pocos lo hicieran, fue parte del reconocimiento que obtuvo a través del Premio
Nobel en 1945.
Gracias a su rica
producción literaria, ahora la tenemos más presente y cercana por medio
de su valioso legado artístico, que se radicó en Vicuña porque es en este lugar
donde ella quiso que parte de su herencia cultural quedara depositada y
disponible para esa comunidad y para todos.
En épocas donde las
rutas internacionales eran menos habituales y cercanas, conservó una
alianza casi mágica con su espacio natal, al que simbolizó en un puñado de
tierra que la acompañó hasta los lugares más lejanos.
Gabriela Mistral
tuvo un profundo afán por el conocimiento y la literatura. Esos impulsos
pioneros son los que fueron capaces de destruir las limitaciones que envolvían
a la mujer rural de la época, los que la hicieron proyectar la educación,
la poesía, la teoría social y la búsqueda de justas políticas públicas hasta
zonas desconocidas entonces en nuestro país.
Su obra literaria
buscó desentrañar el sentido del ser humano en el mundo. La obra mistraliana es
un ejemplo de los profundos niveles que puede alcanzar la condición
humana. Su palabra toca las zonas más delicadas y sensibles.
Vicuña y su Museo,
con este nuevo legado que llegó de Estados Unidos, debe servir para encontrar
huellas anteriores de esta intelectual, escritora, maestra y activa
luchadora social. Sus matices más humanos y secretos deberían
alcanzar desde hoy la plenitud del reconocimiento de su patria. Los seres
humanos pertenecen a la región natal, y ella se preocupó de establecerlo:
“La patria de la mayoría de los hombres no es otra cosa que una región
conocida y poseída...”.
Hoy en Vicuña
permanecen los objetos que acompañaron a Gabriela Mistral hasta sus últimos
días, enlazados como una hermana a su profundo amor original: el siempre
presente Valle de Elqui. Ojalá que en el Plan Nacional de Mejoramiento
Integral de Patrimonio, el Museo de Vicuña tenga la prioridad de ser
refaccionado con esmero, como lo merece la primera mujer en el mundo – y aún la
única Sudamericana –en obtener el Premio Nobel de Literatura. Sólo así se
cumplirá con
la sentencia que
nos dejara Gabriela Mistral: “lo que un poeta hace por su pueblo es lo que el
alma hace por el cuerpo”.
A las puertas de la
conmemoración de un nuevo natalicio de la enorme poeta, es hora que se lea y
reconozca su obra total, de manera masiva, no únicamente las hermosas canciones
que nos hacen repetir en la enseñanza básica y que no la representan
íntegramente. Ésta tarea, sigue estando pendiente.
(c) Reinaldo Edmundo
Marchant
Escritor chileno
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