|
(Buenos Aires) Cecilia Valdez
El yerno y heredero de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller publica el texto del libro 23 del seminario de Lacan en esta edición de Paidós, destinado a un público profesional y universitario.
Como se sabe, Lacan nació en París en 1901 y murió en la misma ciudad en 1981.
Lector de Sigmund Freud, dos vectores caracterizaron su enseñanza: el primero, presente en Freud, fue distinguir radicalmente el psicoanálisis de cualquier psicología. El segundo, un esfuerzo racionalista, heredero del Siglo de las Luces, que pide y permite al psicoanálisis dar cuenta de sus razones.
Por esta causa,.definida por Lacan como freudiana, su nombre ha quedado asociado al creador del psicoanálisis.
Si durante el primer período, que Lacan sitúa como anterior al comienzo de su enseñanza, con el recurso a los gráficos extraídos de la geometría euclídea pretendía sobre todo ilustrar, con la introducción en su seminario de lo que Leibnitz define en 1679 como analysis situs, una nueva rama de las matemáticas, Lacan quiere mostrar, representar la estructura, lo Real que está en juego en la experiencia psicoanalítica.
Texto de Jacques Alain Miller
Diez veces un anciano de cabellos blancos aparece en escena. Diez veces resopla y suspira. Diez veces dibuja lentamente extraños arabescos multicolores que se anudan entre sí y con los meandros y volutas de su palabra unas veces embrollada y otras liberada. Una multitud contempla estupefacta al hombre-enigma y recibe el ipse dixit aguardando una iluminación que se hace esperar. Non lucet, no hay claridad ahí dentro, y los Teodoro buscan fósforos. Sin embargo, piensan: cuicumque in sua arte perito credendum est, quien ha probado ser hábil en su arte merece crédito. ¿A partir de cuándo alguien está loco? El maestro mismo plantea la pregunta. Eso era antes. Eran los misterios de París hace treinta años. Tal como Dante que toma la mano de Virgilio para aventurarse en los círculos del Infierno, Lacan tomaba la de James Joyce, el ilegible irlandés, y, tras este desgarbado Comendador de los Incrédulos, entraba con paso pesado y vacilante en la zona incandescente donde arden y se retuercen mujeres-síntoma y hombres-estrago. Un cortejo equívoco lo secundaba como podía: su yerno; un escritor desgreñado, entonces joven y también ilegible; dos matemáticos que dialogan; y un profesor lionés que testimonia la seriedad de todo el asunto. Una Pasifae discreta se desvivía detrás del telón. ¡Ríanse, buena gente! Por favor. ¡Búrlense! Nuestra ilusión cómica está allí para eso. Así no sabrán nada de lo que tiene lugar ante sus ojos desorbitados: el examen más meditado, más lúcido, más intrépido, del arte sin par que Freud inventó y que se conoce con el seudónimo de psicoanálisis.
Jacques-Alain Miller
(c) Cecilia Valdez
Bibliografía: Diccionario de Pensadores Contemporáneos, dirigido por Patricio Lóizaga, Editorial Emecé |
|