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Mitos de Chile por Sonia Montecino Aguirre
 

"...La oralidad de los mitos, dice la autora, nos hace acercarnos a su fragilidad y simultáneamente a su potencia, seña paradójica de su posibilidad de transmisión o de pérdida, de su capacidad de pervivencia, de transformación y desaparición. Por ello, la captura de los relatos a través de la escritura es un gesto de fijación, dice, de condensación de sus sonidos en la materialidad de los signos..."

Mitos de Chile por Sonia Montecino Aguirre

 

Diccionario de seres, magias y encantos

 

Editorial Sudamericana

Biblioteca del Bicentenario

 

 

(Buenos Aires)

 

Presentado en la Embajada de Chile el libro "Mitos de Chile" de la antropóloga  Sonia Montecino Aguirre ofrece un rico panorama de los mitos chilenos. Según palabras de la autora el libro es el intento de poner en cuestión la supuesta carencia de tramas simbólicas y de traer a escena los infinitos recodos de los imaginarios sociales de su país. En ese sentido se trata de un texto que anhela apresar en la escritura el patrimonio intangible que resultan ser los relatos míticos, esencialmente orales, que han poblado desde el comienzo de los tiempos las estructuras mentales y emocionales de Chile.

La oralidad de los mitos, dice la autora, nos hace acercarnos a su fragilidad y simultáneamente a su potencia, seña paradójica de su posibilidad de transmisión o de pérdida, de su capacidad de pervivencia, de transformación y desaparición. Por ello, la captura de los relatos a través de la escritura es un gesto de fijación, dice, de condensación de sus sonidos en la materialidad de los signos. De ese modo, este diccionario se asume como un esfuerzo, ligado por cierto a otros autores del pasado y el presente, por aprehender un patrimonio impalpable, recogiendo sus diversas fuentes y registros orales y escritos.

 

Algunos mitos que se describen en el libro:

 

 

Casas misteriosas

 

A lo largo de todo el territorio chileno se encuentran casas abandonadas que guardan misterios: moradas en las que penan, en las que habitan fantasmas; residenciales que están endemoniadas o en las que se sienten golpes, cadenas y ruidos extraños. Se dice que en estas casas embrujadas o encantadas nadie puede vivir. Quienes lo hacen sufren las acciones de los fantasmas o espíritus traviesos. También se cree que las casas se "cargan" cuando sus dueños están constantemente enfermos o afectados de males y desgracias. Para contrarrestar aquello hay que "descargarlas" por medio de sahumerios y oraciones, como la de San Bartolomé, y de ritos que deben efectuarse sólo los días martes y viernes (Plath, 1979). Otros sostienen que la limpia de las casas, para expulsar lo malo, se hace exclusivamente los martes, porque es el día en que los brujos están sordos.

Las casas pueden ser objeto de "males", a través de la "rociada", que consiste en tirar tierra de cementerio con orines (Carmela Romero, c/p), aceite, sal, excrementos u orín de niños. Esta acción puede ser prevenida colgando ramas de salvia en las puertas: si la salvia llora indica que se aproxima un mal. También las palmas benditas alejan la angustia, los peligros, las enfermedades y los malos espíritus. Asimismo, los santos - como San Cayetano - defienden del mal; la ruda protege los hogares de los brujos; en cambio, la piedra imán y las herraduras los purifican.

Residencias misteriosas hay, por ejemplo, en Copiapó, como una en que a medianoche aparece un huaso muy elegante, que posee un caballo de oro y que entra y se pierde en las habitaciones. En Santiago, de la morada de La Quintrala se decía que era una propiedad endemoniada. Por otra parte, en San Bernardo había una en la que si se golpeaba una pared respondían del otro lado con los mismos golpes. En Loncoche se escuchaba la música de una orquesta en un hogar deshabitado. En Chiloé se cuenta de una casa donde los tripulantes del Caleuche hacen fiestas y que cierta vez un grupo de jóvenes, que entró armado, sólo encontró perros enojados, gatos encrespados, serpientes enroscadas. Era la dotación del barco que había mutado en esos animales. Luego los jóvenes murieron uno a uno, perdidos en el mar, ahogados o secuestrados por la embarcación fantasma. Por otro lado, el Diablo es un visitante asiduo de extrañas casas en la Villa de Alhué, cerca de Rapel, y en Valparaíso (Plath, 1979).

 

 

 

La Calchona

 

"Es un ser que recorre el imaginario campesino-mestizo desde el norte chico, hasta la zona central y el sur. El término proviene  de "calcha" (voz mapuche) y nombra los pelos del cuerpo y de las patas de los animales (Plath, 1973). Se lo utiliza, asimismo, para referirse a una mujer vieja y fea (RAE).

El origen de La Calchona en la zona central se remonta a la historia de un marido que sospechaba que su mujer era bruja. Un día la sorprendió saliendo de la casa transformada en oveja y encontró a sus hijos convertidos en zorros. Aterrado, tomó los ungüentos que usaba su mujer y frotando con ellos a sus hijos les devolvió la fisonomía humana. Luego, botó los untos y cuando la mujer regresó vio con desesperación que todos sus bálsamos mágicos habían desaparecido. Buscando en una acequía salvó unos restos con los que cubrió su cara y sus manos, mas no le alcanzó para completar todo el cuerpo y por ello permaneció para siempre como un ser mitad oveja y mitad mujer (Vicuna, 1947)..."

 

 

 

 

La rubia de Kennedy

 

"En Santiago, alrededor de 1970, aparecía una misteriosa mujer que detenía los autos en la avenida Kennedy. Quienes ofrecían llevarla, descubrían sorprendidos que, unas cuadras más adelante, la mujer se desvanecía misteriosamente, sin dejar huellas ni rastros. Incluso, a veces, la mujer se esfumaba en la nada mientras ocupaba el asiento trasero de vehículos de dos puertas. Este singular suceso se repitió en muchas ocasiones sin que existiera ninguna explicación. Finalmente, del mismo modo extraño en que se presentó, la rubia no volvió a verse más (Barros, 1993)."

 

 

 

 

 
 
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