(Santa Fe)
A un año del desastre
El Consejo Superior de la Universidad Nacional del Litoral aprobó hoy una dura declaración a un año del desastre hídrico. El documento, que retoma las palabras vertidas en uno similar aprobado por el Consejo Directivo de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas días pasados, plantea el “día después” como una oportunidad para el cambio y una apuesta al futuro, siempre y cuando ese futuro esté sostenido en una conciencia clara de las razones por las cuales sucedieron las cosas.
“Entender que en ciudades como Santa Fe la inundación es siempre posible –sostiene– y que hay que estar preparado para convivir con ella es la clave de un cambio cultural que debe abarcar a todos los sectores de la sociedad”. En ese sentido, se enfatiza la importancia de generar un cambio cultural para reducir los niveles de riesgo y modificar los paradigmas desde los que se gobierna el tratamiento de este problema. Reconstruir el Estado con participación de la ciudadanía y valorización del conocimiento para enfrentar la inundación desde una nueva concepción “que integre el sistema natural y el sistema social”, es una de las claves para avanzar hacia el futuro sin repetir los errores del pasado, sostiene el cuerpo.
Finalmente, el documento plantea de manera expresa el compromiso de la comunidad universitaria de participación y trabajo en el tratamiento de estos problemas. Durante la sesión, el rector de la UNL, Ing. Mario Barletta, mencionó el listado de proyectos que desde la casa de estudios –en conjunto con todo el sistema académico científico articulado en el PROCIFE– se presentó a los organismos correspondientes de los gobiernos provincial y municipal para encarar de manera integral la reconstrucción para el desarrollo de Santa Fe, y de los cuales solamente tres se encuentran en ejecución. Asimismo, distintos consejeros recordaron y destacaron la participación de la comunidad universitaria, a través de sus estudiantes, docentes y no docentes, en las tareas de asistencia ante la emergencia y de asesoramiento disciplinar específico en las más diversas facetas que debió enfrentarse durante y después de la inundación.
La resolución completa del Consejo Superior
“Un año atrás la población de Santa Fe en su conjunto sufría los efectos de la mayor catástrofe hídrica de la que se tenga memoria. La irreparable pérdida de vidas humanas, miles de personas padeciendo las consecuencias directas del anegamiento de sus casas y empresas, con las pérdidas de sus bienes y sus afectos. Otras, recibiendo las consecuencias de una ciudad devastada que mostraba con crudeza la falta de capacidad para dar respuestas organizadas ante la emergencia.
“La valoración de causas y consecuencias realizada con posterioridad puso en evidencia que el desastre fue provocado, de algún modo, por un desajuste entre la naturaleza y los comportamientos y prácticas de nuestra sociedad. La no ejecución en tiempo y forma de las obras previstas, la inexistencia de medidas de prevención (sistemas de alerta y planes de contingencia que guiaran el accionar de las instituciones antes, durante y con posterioridad al desastre), la confusión respecto de los roles y responsabilidades institucionales, la ineficacia del marco legal sobre el ordenamiento y uso del suelo y las debilidades institucionales, son sólo algunos de los muchos rasgos que ponen a la luz las debilidades del Estado que operaron como causas subyacentes de la catástrofe ocurrida.
“El “día después” siempre significa una oportunidad para el cambio, una apuesta por un futuro mejor. Pero ese futuro tiene que estar sostenido por la conciencia clara de las razones por las cuales han sucedido las cosas. No sólo aquellas de orden coyuntural que determinaron la inundación de fines de abril de 2003, sino más bien las otras, las que determinan las conductas y comportamiento de los distintos actores, y que pueden resultar determinantes a la hora de la ocurrencia de desastres como el que hace un año les tocó vivir a los santafesinos.
“Entender que en ciudades como Santa Fe la inundación es siempre "posible" y que hay que estar preparado para convivir con ella es la clave de un cambio cultural que debe abarcar a todos los sectores de la sociedad. Es ese cambio de actitud el motor de transformación que podrá movilizar acciones en un esquema coordinado, orgánico y basado en el principio del conocimiento como instrumento fundamental para la materialización de respuestas acordes al accionar de la naturaleza.
“Parecería por todos aceptada la necesidad de reducir los niveles de riesgo de los sectores más afectados. Sin embargo, debería quedar claro que reducir el riesgo no es una “práctica técnica” destinada a proveer "productos", sino una “práctica social” compleja, con distintas facetas en las que participan actores sociales diversos y muchas veces con intereses antagónicos. Es este concepto un elemento clave para reflexionar acerca del "día después".
“Algunas de las medidas de acción en estado de proyecto o de ejecución, tanto de carácter estructural como no estructural, adoptadas con posterioridad al desastre guardan cierta racionalidad, y en muchos casos responden a juicios técnicos elaborados por organismos especializados mucho antes de la inundación de abril / mayo de 2003. Sin embargo, vistas a la luz de los conceptos anteriores, aparecen más como una reacción ante los hechos, que como parte de una nueva concepción que integre el sistema natural y el sistema social en un todo y los articule desde la concepción de la gestión del riesgo.
“Si aceptamos que los desastres son el resultado de situaciones de riesgo artificialmente construidas a través de procesos sociales que derivan de las modalidades de desarrollo vigente, no puede concebirse la solución del problema de la inundación del río Salado únicamente como una respuesta desde la obra pública.
“Debemos aprender de las enseñanzas que nos deja la naturaleza. Las obras son necesarias pero no suficientes. Responder a la inundación sólo con más obras puede conducir a reafirmar ciertos comportamientos que hoy presenta la estructura social y a desarrollar aún más la falsa idea de “seguridad” que brindan las obras de protección contra inundaciones, incrementando de este modo su nivel de exposición frente a este tipo de amenazas naturales.
“Las obras deben complementarse con medidas no estructurales, tales como formulación y/o aplicación del legislación para regular los usos del suelo en áreas inundables y de normativas para nuevas urbanizaciones en zonas de riesgo de inundación; planes de relocalización de viviendas ubicadas en zonas de alto riesgo; programas de educación tendientes a promover una cultura de la prevención; acciones de concientización de la población acerca de los riesgos a los que está expuesta; etc.
“Para que Santa Fe no vuelva a sufrir un desastre hídrico de tal magnitud, se necesita reconstruir un Estado que por años no ha podido cumplir acabadamente con sus funciones y roles esenciales, fortalecer a la sociedad civil y a las instituciones que la representan, y establecer mecanismos de participación efectiva, que conduzcan a la adopción de acciones colectivas sobre la base de construcción de consensos.
“Sólo así se podrá arribar a soluciones que, enmarcadas en los principios de eficiencia económica, equidad social y sustentabilidad ambiental, conlleven a un desarrollo de la sociedad en armonía con el sistema natural en que se asienta.
“La comunidad de la Universidad Nacional del Litoral renueva su compromiso de participación y trabajo en pos del necesario cambio de los paradigmas que aún hoy gobiernan el tratamiento del problema de las inundaciones, convencida de que, de lo contrario, estaremos repitiendo en el futuro las dolorosas consecuencias de los errores del pasado”.
Fuente: Prensa Institucional de la Universidad Nacional del Litoral |