En estos últimos años se ha cuestionado reiteradamente la utilidad y la incidencia de los resultados de la investigación. Más de dos décadas han pasado desde que se iniciaron los primeros movimientos para el fomentar la investigación educativa en México. Recordemos que la acción más relevante fue el Primer Congreso de Investigación
Educativa en 1981, resultó tan determinante que se le considera un punto claro de partida de estas acciones en el país. Sin embargo, poco se ha evidenciado acerca de su incidencia en la mejora educativa, los críticos olvidan que no se puede valorar de manera tan simple su impacto y su influencia inmediata, sino que los resultados deben comprenderse desde lo educativamente importante. Esto es porque la investigación educativa está basada, epistemológicamente, en los fundamentos morales de la práctica educativa. Es la epistemología y los propósitos morales los que subrayan la ´utilidad´ y la ´relevancia ´ de la investigación educativa que importa (Nixon y Sikes, 1993:2).
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