La realidad social nos muestra unos aspectos determinados que invitan al desaliento a quien es tienen tareas de creación de ciudadanos responsables, críticos y maduros. La escuela es una institución que tiene, entre otras funciones, la responsabilidad de preparar personas en esa dirección. Sin embargo la realidad parece ir por otro camino con efectos demoledores en el ánimo de los que tienen esa tarea. La cultura de la queja se consolida con la desesperanza de que es una tarea imposible. El desánimo se afianza en quien ve que lo público, lo que es de todos y para todos, se privatiza o se utiliza al servicio de los inter-eses de unos pocos.
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