Los recursos tecnológicos se han implantado en la educación bajo la premisa de una mejoría en el aprendizaje de los alumnos (Eskicioglu y Kopec, 2003). Se confía en el uso de la tecnología porque ésta ayuda a adoptar un procesamiento más activo, exige la interacción, la toma de decisiones y el descubrimiento autónomo (Vizcarro y León, 1998). Así, el video educativo se considera como un excelente recurso didáctico porque aumenta la atención del alumno y, en consecuencia, promueve un mejor aprovechamiento de la información (Fernández, Sarramona y Tarín, 1997). Romero (1996) ha argumentado que los diferentes sistemas simbólicos que maneja el video facilitan el recuerdo y la comprensión de la información.
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