Las narraciones forman parte de nuestra cultura, nos han acompañado de niños cuando nuestros padres o abuelos nos contaban una historia antes de dormir, nos acompañan de adultos a través de historias dispersas en libros, películas o historias cotidianas contadas por sus propios protagonistas también chismes, por qué no; las historias que nos han contado o que contamos o que nos cuentan otros nos determinan como sujetos. Somos lo que narramos y, a la vez, somos narrados por otros. La narración modela nuestra forma de estar en el mundo, según cómo narremos nuestra experiencia vital podremos saber cómo somos. La narración, entonces, atraviesa nuestra vida y constituye nuestra subjetividad. Somos sujetos atravesados por la narración que nos modela y esculpe a su imagen y semejanza. Como plantea Bruner, “el yo es un producto de nuestros relatos y no una cierta esencia por descubrir cavando en los confines de la subjetividad” , es decir, si no existiera la posibilidad de narrar historias no existiría la identidad.
|