En Centroamérica, las asociaciones o sindicatos de periodistas no han estado desempeñando sus funciones convenientemente en beneficio de todos los informadores. Constantemente, los periodistas en ejercicio expresan actitudinalmente y verbalmente su antipatía a estos grupos organizados y temen incorporarse activamente a ellos.
Este endeble desempeño de las organizaciones y la negativa de los mismos periodistas a pertenecer a ellas se deben internamente a la incapacidad gerencial, fraccionamiento político, fragilidad de sus estructuras y la dudosa reputación de sus dirigencias.
Al mismo tiempo, externamente, el entorno laboral y político no son favorables de las asociaciones de profesionales. Esencialmente, las políticas de las empresas informativas y la actitud del sistema político se constituyen en los adversarios del desarrollo gremial.
A pesar de ello, existen las posibilidades jurídicas y la necesidad imperiosa de agremiarse para estar unidos y luchar por sus intereses, no sólo para tener presencia en la agenda temática de los medios y, consecuentemente, ganarse el reconocimiento de las instituciones políticas y sociales, sino para legitimarse profesional, política, económica y culturalmente en una sociedad, que en estos momentos solamente reconoce del diente al labio la importancia de la función de los periodistas en la dinámica del país.
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