Nos encontramos en los albores de este siglo XXI, un momento lleno de cambios en el mundo entero, en nuestro país y, como consecuencia, en la región en la que cada uno de nosotros la-bora se torna perentorio hacer una revisión de nuestro hacer como docentes e investigadores para tomar conciencia del papel que nuestra función didáctica tiene sobre la sociedad en la que nos desempeñamos en este momento de transformación social.
¿Cuál es el límite de nuestra práctica?, ¿qué repercusiones sociales tiene?, ¿cómo podemos dar respuesta a las demandas educativas de los diversos sectores sociales?, ¿qué se entiende por elevar la calidad en la educación? Como docentes no podemos permanecer ajenos a las necesidades de la sociedad a la cual brindamos nuestros servicios.
Los conocimientos adquiridos por los alumnos en las aulas tienen que concretizarse en los espacios laborales mediante las competencias y habilidades que hayan consolidado en su formación dentro del sistema educativo
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