La calidad se refiere a un producto de intervención que los hombres tienen sobre un objeto y sus cualidades inherentes. Por tanto, la calidad depende de las cualidades propias de un objeto, así como de la intervención que sobre él han tenido terceros. Esto significa que un producto no lo es sólo desde sí mismo, sino también desde la acción que terceros ejercen sobre él. La calidad de un producto puede estar ligada a la consistencia y resistencia del material que lo conforma, a la utilidad que puede ofrecer a quien lo disfruta o manipula, a la duración en buenas condiciones de uso, o a la simple satisfacción de quien lo utiliza. Se dice que el ser humano es producto de su cultura, del medio familiar y social en el que se desenvuelve, de la influencia de los medios de información masiva, de su historia, de la educación tecnológica, científica, moral y religiosa “que ha recibido”, de los aprendizajes de su propia vida, su experiencia. Tenemos dos tipos de “producto”, resultado de procesos diferentes. Uno, producto de procesos de transformación material (producción fabril: las cosas), y otro, producto de procesos de socialización cultural (educación: las personas). Por tanto, no es lo mismo referirse a la calidad de un producto material que a la calidad de un producto humano. No es lo mismo fabricar cosas que educar personas.
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