Después de convivir durante muchos años con personas del pueblo wixarika, de acercarme a su cultura, a sus ritos y ceremonias, a sus formas de vida y relación, de trabajar en conjunto la construcción de una propuesta educativa intercultural, de llevarla al cabo con los logros y avatares inherentes a una acción de esta naturaleza, de construir fuertes lazos afectivos, descubro que esto ha sido un gran proceso de formación personal en el que no intencionadamente, ni sistemáticamente, ni con la conciencia clara se han acumulado en mí conocimientos que pueden decir de una capacidad para establecer relación de aceptación y confianza con ellos.
Esto ha permitido que con el paso del tiempo haya desarrollado otras formas de sen-sibilidad y de intuición para poder relacionarme de una manera apropiada, asimismo, podido reconocer formas similares y diversas de comportamiento que aluden a las dife-rentes manifestaciones cuando dos culturas distintas se ponen a dialogar en diferentes situaciones.
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