Cada maestrillo tiene su librillo. ¿Hay alguna otra conclusión que se pueda sacar de la puesta en marcha del curriculum en el aula por parte del profesorado de la asignatura de Comunicación Audiovisual?. Para algunos es una espada de Damocles que cuelga de la clase amenazando con el tajo más despiadado. Para otros, se parece más a aquel cubo de colores que se convertía en un rompecabezas infernal: al cabo de un tiempo el éxito se reducía a conseguir ver una cara de un mismo color. Punto. Para los más, el curriculum es un iceberg de contenidos que sólo muestra un novena parte de su volumen y también los hay que lo esgrimen como aquel político de “¡Programa, Programa, Programa¡”.
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