Hablar de discursos educativos y pedagógicos en los últimos quince años es una tarea enormemente dificultosa por varias razones. En primer lugar, porque habría que preguntarse si existen realmente discursos bien trabados que analicen globalmente el panorama educativo y propongan alternativas. Más bien me inclino a pensar que lo que más abunda, salvo contadas excepciones, son ideas dispersas, mezclas de discursos inacabados y actuaciones puntuales desprovistos de referentes ideológicos, educativos y pedagógicos de cierta solidez y sin una base política y social suficiente que los sustente
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