Este artículo ha sido cedido para Quaderns Digitals por su autor José Antonio Mora , y forma parte de los contenidos sobre Geometría que se pueden consultar en su página personal :
http://terra.es/personal/joseantm/
La calculadora ha influido en gran medida en las matemáticas escolares de las dos
últimas décadas. Puede que no hayan llegado a satisfacer las expectativas de quienes
presagiaban una gran revolución, aunque los cambios producidos en los contenidos
matemáticos son mucho más profundos de lo que algunos estarían dispuestos a admitir.
Al mismo ritmo que la calculadora de cuatro operaciones ha calado en las clases de
matemáticas, la práctica escolar ha ido desterrando los algoritmos de lápiz y papel para
los cálculos aritméticos: las divisiones largas, las multiplicaciones con números de muchas cifras y las raíces cuadradas han dejado de ser el martillo de los alumnos y alumnas de primaria.
Este panorama no ha supuesto el abandono de las destrezas de cálculo, aunque
sí una disminución de la atención a las de lápiz y papel. De esta forma se ha liberado el
tiempo necesario para fomentar las destrezas de estimación y cálculo mental y las
estrategias personales de cálculo que se retoman ahora al amparo de la calculadora.
Podemos hablar de que la calculadora ha producido un desplazamiento del centro de
gravedad de las matemáticas elementales: unas partes han adquirido más peso, mientras
otras han visto aligerada su carga.
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