Frecuentemente sucede que el lenguaje sirve para confundirnos más que para entendernos. Y así, en nuestro caso, el utilizar términos tan polisémicos como educación nos puede hacer creer que estamos refiriéndonos a la misma realidad. Unos sin embargo, están aludiendo con este término al aprendizaje disciplinar, otros a la formación integral, otros a la educación no formal. Un padre, puesto que ha de educar, exigirá a su hijo mediante explicaciones físicas contundentes que se ponga a estudiar. ¿No le ha dicho mil veces que la letra con sangre entra? (Siempre ha interpretado que se trata de la sangre del hijo y no la de la propia). Una madre, desde esa misma exigencia de educación, guardará silencio en cuestiones de opinión por el temor de manipular la conciencia del hijo. Ambos piensan que están educando.
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