No conviene estudiar la diversidad lingüística entre hombres y mujeres desde una perspectiva abstracta . Es indispensable tener en cuenta todos aquellos factores que intervienen en la comunicación y que constituyen la interacción verbal (Hymes, 1972) habida cuenta, además de que en el caso de las sociedades occidentales las diferencias son más bien de orden "preferencial" que de orden exclusivo y resultan pues imposibles de describir independientemente del contexto y de la situación social. El código lingüístico funciona en colaboración con otros códigos tales como el mímico, el gestual, el del comportamiento, etc... Es pues necesario ampliar el campo de análisis con el fin de establecer correlaciones entre todos los rasgos que contribuyen a contruir la diferencia sexual, sean éstos "naturales" ( o así denominados) o "culturales". No se trata únicamente de conocer registros lingüísticos sino también acercarnos al comportamiento lingüístico de hombres y mujeres , es decir, de conocer ciertas actitudes ante el lenguaje, los grados de competencia, las modalidades del discurso privilegiadas, la actividad verbal como modo de expresión, etc.
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