Este artículo pretende trasladara los lectores de SIGNOS un conjunto de reflexiones, a veces simples interrogantes y preocupaciones, sobre un tema que ha adquirido ya naturaleza de público y urgente. Nos referimos al reto educativo que supone el crecimiento de las ideas racistas y xenófobas era las sociedades occidentales, y más concretamente en la muestra. En efecto, este fenómeno ha ido adquiriendo perfiles cada vez más preocupantes y menos pintorescos. En pocos años, sus representantes han pasado de incubar sus huevos de serpiente en la soledad a ocupar plaza de ministro en el gobierno italiano, a adquirir categoría de fuerza parlamentaria en Francia con el Front National, a convertirse en un grave problema de orden público en la Alemania unificada o a regar de sangre sobre la antigua Yugoeslavia.
En nuestro país los datos no invitan al optimismo. En un trabajo de encuesta (1) realizado por Calvo Buezas (1994) en 1986 y 1993 con una muestra de 5.168 encuestados (1.284 alumnos de octavo de EGB; 2.488 de BUP-COU y 1.264 de Formación Profesional) se observa un incremento sustancial de tales ideas.
A la pregunta "Si de mí dependiera, los echaría de España" contestaron en las encuestas del 86 (primer dato de los pares) y del 93 (segundo dato de los pares) favorablemente: gitanos (11-31%), morosárabes (11-26%); negros de África (4-14%); judíos (10-13%); portugueses (7-11%) y latinoamericanos (46%).
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