En los días pasados, he leído en los periódicos que el informe de la Real Academia reproduce unas supuestas palabras mías que ratifican las tesis que defiende el mencionado escrito. Tengo que reconocer que, hasta el día de hoy, he dudado que la prensa fuera fiel a la realidad, ya que no recordaba haber escrito las palabras entrecomilladas en ninguno de mis artículos sobre el tema. Hoy he tenido en mis manos el texto original de la Real Academia y mi incredulidad se ha convertido en estupefacción al comprobar que se me atribuyen palabras que yo no he escrito, y que no comparto en el contexto en que están reproducidas.
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