En los últimos diez años la televisión norteamericana ha experimentado más cambios que en el resto de su historia. Aunque probablemente menos de los que la aparición de nuevas técnicas de comunicación con las que establece una sintonía creciente hacen prever en un futuro inmediato. El caso es que, por esta progresión exponencial de los cambios y porque son numerosos los factores que entran en juego, no es fácil encontrarle un sentido unívoco a fenómenos que han marcado la última década. Uno de ellos es la notoriedad, que no la invención, de lo que ha dado en llamarse reality programming, o televisión de la realidad.
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