La lucha entre dos concepciones de la cultura y dos industrias se remonta a principios de siglo y llega hasta las negociaciones del GATT o la última reunión del Grupo de los Siete. Pero esa historia ilumina la complejidad de las posiciones también en Europa.
El cine es un arte, pero es también una industria”, se complacía en recordar el novelista André Malraux en los años sesenta. Una frase lapidaria con la que ya había concluido su Esquisse d \'une psychologie du cinéma publicada en 1939. Esta declaración, proferida unos setenta años después de la fecha del invento de los hermanos Auguste y Louis Lumiére, por el que se había convertido entonces en el ministro de Cultura del general De Gaulle, tuvo que parecer bastante trivial a los patronos de los estudios de Hollywood, quienes ya en 1910 habían hecho de la producción de películas una industria.
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