Cualquier persona que siga la evolución de las empresas y las acciones que emprenden y llevan a cabo, habrá podido comprobar un panorama en el que la comunicación \"se ha puesto de moda\". Grandes Compañías e Instituciones, tanto públicas como privadas, dedican una buena parte de sus presupuestos a la renovación y cambio de sus marcas y logotipos (Telefónica, Campsa, Bco. Hispano Americano... por citar sólo unas pocas); se crean Departamentos y Gabinetes especializados con la única misión de velar por el qué, cómo, cuándo y cuánto decir y a quién decirlo, siguiendo el clásico modelo de Laswell; se diseñan nuevos productos en los que cuentan tanto las imágenes que se generan y proyectan a su alrededor como sus propias características: las empresas, en definitiva, se preocupan tanto de sus cuentas de resultados como de su propia imagen, que miden y valoran como un activo más en sus balances, haciendo de la comunicación un instrumento capaz de mostrar ante el mercado y la competencia el grado de desarrollo y \"modernidad\" alcanzado.
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