Desde Egipto, hace casi cinco mil años, hasta EE.UU y Japón en la actualidad, la práctica totalidad de los países, pueblos o comunidades han alcanzado su época de mayor prosperidad y autonomía coincidiendo con la de mayor desarrollo científico y dominio tecnológico. Más exactamente, han fundamentado lo primero, es decir, la prosperidad, en lo segundo, el dominio tecnológico, entendido este último en su más amplia acepción.Si se analizan las aportaciones humanas al progreso científico a lo largo de la historia, éstas se producen, por lo general, de individuos que surgen, como por oleadas, de los pueblos que, en ese momento, juegan un papel protagonista en la vida política y cultural. Las razones de ello habría que buscarlas en ese efecto reahmentador que bienestar económico y desarrollo científico y cultural se ejercen mutuamente.
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