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Por desgracia, durante muchas décadas los profesores de matemáticas hemos presentado a los alumnos unas matemáticas ahistóricas. Se habla mucho en las clases de los grandes resultados matemáticos, como de obras terminadas y cerradas, pero muy poco de las personas que los han producido, de las peripecias históricas de esos teoremas hasta llegar a ser como los conocemos en la actualidad. En el fondo se han presentado unas matemáticas rigurosas pero muertas. Y parece que con los nuevos cambios curriculares ese rigor mortisvuelve a estar de moda.
Desde que a Dieudonné, el mayor responsable de la tortura de la Matemática Moderna en
las aulas desde primaria hasta la universidad, se le ocurrió aquella maldita frase: «Es deseable liberar al alumno cuanto antes de la camisa de fuerza de las \\\"figuras\\\" tradicionales hablando lo menos posible de ellas...», el formalismo lógico-simbólico se adueñó de las clases. Lo evidente (lo que entra por los ojos), lo visual como elemento de descubrimiento y convicción, la imagen matemática, dejó paso en nuestras aulas a un oscurantismo procaz.
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