Uno de los rasgos que caracterizan el debate en el mundo educativo hoy en día tiene que ver con los procesos de desregulación del sistema educativo promovido por fuerzas y motivaciones muy diferentes que, conjuntadas, producen iniciativas y experiencias difíciles de valorar por asirse a justificaciones diversas y, en ocasiones, bastante contradictorias. La búsqueda de una democracia más genuina en la que las pequeñas comunidades rigen el destino de sus instituciones, la necesidad de romper los proyectos culturales homogenenizadores, la posibilidad de que los profesores se potencien como profesionales que deciden sobre sus prácticas mejorando su motivación, la promesa de mejorar los resultados académicos y hasta la necesidad de estimular la competencia entre centros escolares permitiendo que sean diferentes entre sí y rivalizarán por la clientela son argumentaciones que apoyan la desregulación.
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