El advenimiento de los computadores y las redes telemáticas ‑paradigmas de modernización en las postrimerías del siglo‑ pone de actualidad la pregunta acerca de las posibilidades y los riesgos asociados a la tecnología. Se trata de saber si estas tecnologías finiseculares son ‑en concordancia con el diagnóstico clásico de la Teoría Crítica‑ un elemento más del infinito repertorio de astucias de una racionalidad moderna devenida meramente instrumental o si, por el contrario, tal caracterización les resulta ya inadecuada y es preciso ir más allá: sea hacia un concepto ampliado de racionalidad al estilo de la racionalidad comunicativa de Habermas, el cual, al poner límites al dominio de la racionalidad instrumental, debiera hacer posible su crítica y domesticación, así como el reconocimiento de ciertos elementos no‑instrumentales presentes en las mismas prácticas tecnológicas; o más allá aún, hacia el reconocimiento de una superación global del racionalismo de la modernidad surgiendo paradójicamente del seno mismo de su éxito más resonante, la tecnología contemporánea (*).
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