Un tópico, tan extendido como poco fundamentado, piensa la relación del espectador con la televisión en términos de participación en un proceso comunicativo. Lo que, de manera automática, conduce a ese presupuesto, por nadie discutido, según el cual nos encontraríamos, por lo que a la televisión se refiere, ante un ``medio de comunicación social". De hecho, a primera vista nada impide pensar esa relación de acuerdo a partir de las categorías del modelo comunicativo: una instancia emisora ( cierta cadena televisiva) emite sus mensajes a un colectivo de receptores (los telespectadores) que los reciben y decodifican . Sin embargo, un análisis más detenido obliga a constatar que los criterios que rigen la actuación de las instituciones televisivas no son propiamente comunicativos sino estrictamente empresariales. Es decir, su identidad no responde a determinada política comunicativa, sino a otra estrictamente comercial: obtener la mayor cantidad de espectadores la mayor cantidad de tiempo posible.
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