Luego de varias décadas en las que fue concebido como “solución”, en la segunda mitad de los ochenta, el estado pasó a ser considerado un “problema” para afrontar el nuevo ciclo de desarrollo. La idea de “modernización”, asociada desde la segunda postguerra a la intervención activa del estado, pasó a identificarse, bajo el furor anti-estatista de los ochenta, con un ideario que reclamaba su retirada en favor del mercado.
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