La convertibilidad marcó en la República Argentina un punto de inflexión: hizo posible eliminar un flagelo que durante años fue corroyendo las posibilidades de crecimiento del país: el fenómeno inflacionario.
En un contexto de estabilidad, la discusión económica se comenzó a desarrollar en torno a otros problemas, que antes o no existían o permanecían velados por el crecimiento del nivel general de precios.
El Mercado hizo su aparición ofreciéndose como la panacea de todos los males que nos aquejaban a los argentinos, mientras que se instaló una representación de Estado que le asignaba la suma de defectos, lo cual llevó a legitimar su desaparición, o, al menos a una drástica reducción de sus estructuras administrativas e institucionales.
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