En las postrimerías del siglo XX, la educación superior debe hacer frente a los desafíos de una época en la que se profundizan múltiples factores negativos que ni los avances científicos ni los modelos de desarrollo socioeconómico han podido erradicar de la faz de la tierra. El orden social y cultural que hemos construido y continuamos construyendo está dominado por las categorías de una filosofía basada en una concepción cuestionable sobre la verdadera naturaleza humana y su relación con el mundo natural, produciendo en consecuencia, una creciente separación entre ambos órdenes que condena a la humanidad a avanzar rápida y ciegamente hacia una pérdida total de identidad, hacia una falta de control sobre los productos creados por su inteligencia y por ende hacia su autodestrucción.
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