Cuando se analiza el actual régimen económico y sus implicancias en el crecimiento y la distribución del ingreso, aún los analistas más optimistas no dejan de reconocer que el régimen económico imperante, generador de estabilización y cierto crecimiento, no ha conseguido que estas bondades se hayan traducido en una disminución de la elevada desigualdad existente en la distribución de las remuneraciones. Tanto es así que la situación actual, a nivel país, es aún peor que la existente antes del período hiperinflacionario.
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