Se desdibujó en la noche como de costumbre y continuó caminando por su recorrido también habitual, mientras ese mundillo nocturno de la ciudad despertaba estirando los brazos, sacudiéndose la modorra del día anterior. El neón comenzó a reinar en las calles y un ambiente festivo se fue instalando poco a poco.
No hizo ningún movimiento que no hubiese hecho antes una y otra vez. Atravesó las calles, miró indiferente a las personas que se agrupaban en los bares e hizo caso omiso de las palabrotas que al pasar le lanzaron a la cara las mujeres de mala vida que ya lo conocían.
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