El placer que da el escuchar música es indiscutible, cuando esta actividad ha sido preparada vía libre elección, o la bienvenida sorpresa entregada al escucha mediante algún amigo o conocido.
La música es una de las artes más accesibles, si se le puede ver así. Ello porque, sea por la radio, en las calles, en el transporte público (el surtido es abominable y repugnante en su mayor parte), en la oficina, en la escuela, en la casa basta con abrir los oídos; estamos expuestos a las más diversas muestras musicales, sea por personalísima selección o por inoportunidades de nuestros vecinos, amigos, hermanos o familiares.
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