Aunque Jacques Derrida señale que uno de los problemas de escribir un prefacio estriba en que en verdad es un postfacio, me inclino a pensar sobre algunas líneas que sirvan de introducción al tema del presente número de Razón y Palabra que, ante todo, quiere mostrar diversas facetas de la oralidad.
Por ello, quiero remitirme a que la oralidad, ante todo, es una forma comunicativa: desde el llanto de un bebé que tiene hambre hasta el monólogo psicoanalítico y filosófico de los seres humanos. ¿Qué es la oralidad? Walter Ong (1996) hace una buena definición de ello y habla de "'oralidad primaria' a la oralidad de una cultura que carece de todo conocimiento de la escritura o de la impresión. Es 'primaria' por el contraste con la 'oralidad secundaria' de la actual cultura de alta tecnología, en la cual se mantiene una nueva oralidad mediante el teléfono, la radio, la televisión y otros aparatos electrónicos que para su existencia y funcionamiento dependen de la escritura y la impresión".
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