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Telos / Número 23
Información y desarrollo [01-01-2000]
  Joaquín Arsiola
 
ISSN :1575-9393
El desarrollo implica una importante revolución en las comunicaciones. Pero los problemas planteados por las transferencias de tecnología comunicativa a los países de la periferia invi­tan a una nueva política de cooperación.

El concepto de «desarrollo» ha sido objeto de una intensa polémica en la que se ha pretendido defender desde su posibilidad universal has­ta la existencia de barreras estructurales que lo imposi­bilitan para la periferia del sistema (1). En cualquier caso, el desarrollo es un fenóme­no de múltiples dimensiones, cuya definición estricta no puede hacer dejación de las par­ticularidades de las formaciones sociales concretas, y que implica todos los órdenes de la vida: la realidad sociocultural, la política, la educación, las tecnologías en uso y los cri­terios de gestión, las relaciones internaciona­les se ven afectadas por las características del proceso de desarrollo en curso, a la vez que, en una relación dialéctica, son aspectos de ese mismo proceso.

La génesis histórica del desarrollo se pue­de presentar como la expresión de dos re­voluciones fundamentales, económica y po­lítica. La dimensión económica del desarro­llo contemporáneo la podemos sintetizar co­mo la transición de la autosuficiencia a la producción generalizada de mercancías, basa­da en la división social y técnica del trabajo, como ya pusiera en evidencia Adam Smith en 1776. Estos cambios económicos, que abar­can el desarrollo de la Humanidad desde la época del comunismo primitivo hasta el de­sarrollo del modo de producción capitalista, implican en el capitalismo contemporáneo un cambio en la mentalidad de las personas, que adquieren:

-una mayor conciencia del tiempo y una orientación hacia el futuro, frente a la orientación hacia el pasado esencial a las sociedades precapitalistas.

-motivación hacia la autosuperación, que implica la idea de una sociedad legiti­mada por la posibilidad de promoción.

-relaciones humanas basadas más en lo funcional que en lo afectivo.

-dominio de los signos de la escritura y de otros códigos de comunicación (A. A. Moles 1977:80).

La revolución política, por su parte, requie­re la universalización de la ciudadanía a to­da la población, manifestación política de la unificación y extensión necesaria de los mer­cados (del consumo). Esto implica una trans­formación esencial en las formas de ejerci­cio del poder, y de su difusión y ritos (legiti­mación del Estado democrático‑burgués, como expresión del poder bajo el capitalismo). En este proceso, los seres humanos adquie­ren nuevas y mayores capacidades asociati­vas, así como una nueva conciencia de la jus­ticia.
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