Más allá de la preocupación existente en los EE.UU. por las tendencias del mercado único en las telecomunicaciones, el modelo norteamericano de liberalización y transnacionalización arrasa también en Europa. Diversos interrogantes vitales se plantean en torno a esa política.
Los intereses comerciales de Estados Unidos no dejan de interesarse en las deliberaciones que marcan el comienzo del mercado único de 1992. Su preocupación acerca de este proceso es fundamentalmente de tipo pragmático: en 1988, una proporción no inferior al 40 por ciento de la totalidad de las inversiones de Estados Unidos en el extranjero se realizaron dentro de la CE y ascendieron a la suma de 126.000 millones de dólares. Las filiales de las sociedades estadounidenses emplearon a 2,5 millones de personas en la CE durante 1986 y se beneficiaron de unas ventas que ascendieron a 430.000 millones de dólares, cantidad que supera ampliamente el producto nacional bruto de las naciones europeas del Este.
El dinamismo de la economía política actual, aunque volátil, despierta un agudo interés en las sociedades estadounidenses por las deliberaciones en torno al mercado único. El orden político internacional que ha prevalecido durante casi medio siglo está experimentando un cambio drástico, y, por tanto, el contexto institucional que rodea las decisiones se ha vuelto notablemente cambiante e incierto.
En consecuencia, no sorprende la falta de consenso o «perspectiva estadounidense» unitarta. Sigue expresándose la preocupación ante el peligro de que el mercado único derive en una política proteccionista de «fortaleza europea». Los principales economistas conservadores, por su parte, ven en el mercado único el renacimiento del socialismo europeo y un «pretexto» para igualar los costes de trabajo en un nivel más alto del que es necesario. «Los principales beneficiarios», en su opinión, «son los sindicatos de trabajadores de las democracias del bienestar y las combinaciones comerciales francesas y alemanas» (Paul Craig Roberts, «Europe 1992: Free Market or Free Lunch?» Business Week, 4 de junio de 1990: 26).
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