Las NTI y las transmisiones de datos ascienden fuerte pero irregularmente en América Latina. Estudios realizados muestran que junto al cuestionamiento de la soberanía informativa y la dependencia hay otros factores decisivos que exigen decisiones.
El flujo de datos transfronteras no es un fenómeno nuevo. El fenómeno como tal ha existido desde que se definieron las fronteras y es casi tan antiguo como el hombre que ha buscado siempre informarse y documentarse sobre las actividades del adversario. Lo que ha cambiado drásticamente son los medios, métodos y recursos para transportar los grandes volúmenes de información producidos en la actualidad.
La transmisión de datos a través de circuitos de telecomunicaciones empieza en los años 50 y se desarrolla básicamente en Estados Unidos, Europa y Japón. El avance real en el campo de las comunicaciones internacionales de datos se da en los años setenta. Las posibilidades de las computadoras se multiplican en cuanto a la rapidez, la capacidad, el almacenamiento y la recuperación de información.
En América Latina este fenómeno se ha dado también en forma rápida aunque la introducción de las llamadas nuevas tecnologías de la información, las microcomputadoras entre ellas, no se ha llevado a cabo de la misma manera en todos los países de la región.
Una de las diferencias más notorias puede observarse en la intervención del Estado en el sector de la informática. Brasil, por ejemplo, desde 1971 consideró el desarrollo tecnológico como área estratégica en el desarrollo económico y ha tratado de proteger la industria nacional de microcomputadoras al establecer una Ley de Informática. Chile, al contrario, renunció explícitamente a tener una política informática y decidió limitar el desarrollo de la informática a la tecnología ofrecida por los fabricantes de equipos de procesamiento de datos y a la percepción que tengan los sectores públicos y privados de sus necesidades en esta materia.
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