En la lucha por la democracia en la comunicación y la cultura hay un punto de vista básico. Se parte del presupuesto de que solamente una política integrada, que disuelva las diferencias burocráticas existentes no sólo entre estos campos, sino también entre ellos y los demás que les son afines (educación, ciencia y tecnología), será eficiente en la conquista de los objetivos democráticos.
Es una injustificable distorsión que, por ejemplo, se elabore una política cultural que no tiene en cuenta los medios de comunicación, como si ellos no produjeran y emitieran cultura y no participasen de forma decisiva del conjunto de la producción simbólica de la sociedad.
Aunque las investigaciones en comunicación han descubierto que los medios no tienen el poder de manipular totalmente las conciencias (como se llegó a pensar en cierta época), la verdad es que continúa siendo importante reconocer que su extrema concentración en las manos de las clases dominantes respetó muy poco la diversidad cultural del país.
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