De entre todos los ámbitos de la comunicación, el sector audiovisual se impone como la región donde los diagnósticos definitivos se imponen con más celeridad, donde las visiones unívocas y las preferencias ideológicas impiden a menudo situar las tendencias de fondo y los retos subyacentes. El vigor de los debates que en Francia precedieron a las leyes de 1982 y 1986, la alta supervisión político‑mediática que encuadra las actividades de los organismos reguladores desde que adquirieran carta de naturaleza en este país merced a la ley de 1982, muestran que esta sujeción de los análisis al humor de cada momento no tiene visos de desaparecer.
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