Las diversas concepciones sobre las relaciones tecnología‑sociedad clarifican las distintas actitudes ante el control de las tecnologías. La situación de los países con un nivel medio de industrialización exige soluciones especificas en la evaluación de la tecnología.
Desde su introducción en los Estados Unidos, hace unos catorce años, dentro de una serie de actividades destinadas a evaluar sistemáticamente la naturaleza, el sentido y el impacto del cambio tecnológico en la sociedad, la Evaluación de la Tecnología (ET) ha servido como terreno abonado para la realización de ejercicios meramente normativos. Gran parte de los trabajos en este campo se han consagrado al desarrollo de metodologías y a explicar, con una lógica siempre difícil de refutar, la importancia que tiene para cualquier sociedad el control de la utilización de la tecnología.
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