El valor histórico y económico de los documentos audiovisuales es ya reconocido por los organismos internacionales. Pero el tiempo, la acelerada transformación tecnológica y la desidia de los gobiernos parecen aliarse para dificultar su conservación.
Mientras los libros de épocas anteriores duran siglos, los impresos en el siglo XX tendrán una vida no superior a 100 años, reducida en algunos casos a 25, por la calidad ácida del papel utilizado en su edición. ¿Qué estamos guardando en nuestras bibliotecas? Algo muy perecedero que ha obligado a grandes instituciones como la Biblioteca del Congreso de EE.UU. (sus fondos son de 20 millones de volúmenes) a buscar rápidas soluciones a este grave problema. Un proceso de acidulante y protector a través de un componente alcalino, aplicable a medio millón de volúmenes al año en la gran cámara de vacío del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA y otras instalaciones hechas al efecto, permitirá alargar la vida de nuestros libros cinco o seis veces.
Pero nada más en el actual estado de la tecnología. ¿Qué ocurrirá con la cultura, el hacer, nuestro retrato... posado en soportes fílmicos y magnéticos?
El soporte nítrico, por sí solo, ha sido la causa de pérdidas de gran parte del primer cine. Luego los negativos de coles se nos han deteriorado de forma alarmante en sus niveles de pigmentación de primarios, aunque las casas fabricantes trabajan contra reloj y presionadas por productores y directores conscientes de la gravedad del fenómeno, para mejorar la fijación orgánica de los emulsiones, a la vez que archivos y filmotecas se esfuerzan, dentro de sus recursos, en garantizar la conservación a largo plazo de los soportes originales.
Fenómeno similar se está produciendo en países preocupados por problemas equivalentes relativos a las cintas magnéticas para vídeo. En este escaso grupo afortunadamente se encuentra España, aunque aún ignoramos cuál es la vida máxima de un soporte de este tipo grabado analógicamente.
Escribe Sam Kula, de los Archivos Nacionales de Cine, Televisión y Sonido de Canadá: “Archivar televisión es como luchar contra un pulpo. No importa cuán hábil seas, cuán rápido te muevas, nunca lo controlarás. Siempre habrá un brazo o una pierna extra que se mueve libremente y amenaza con estrangularte”.
¿A cuántos brazos extra se puede referir?
A riesgo de ser víctima del mismo pulpo que cita omitiendo alguno, me atreveré a una aproximación que sitúe la generalidad de los problemas de la reciente archivística televisual.
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