La definición del Audiovisual Público Integrado, lejos de ser una aportación teórica abstracta para uso y abuso de comunicólogos, es una de esas realizaciones prácticas al alcance de la mano de aquellos que, teniendo en su mano los mecanismos políticos, estén realmente dotados de la voluntad también política de construir un modelo fundamental para una sociedad democrática como la española.
Durante los últimos años hemos asistido a lo que, en mi opinión, es un perverso desplazamiento del debate sobre democracia y pluralismo en los medios de comunicación. Se nos ha impuesto un terreno claramente desviado: comunicación pública/comunicación privada. Acabada la transición (acabémosla de una vez, por favor) podemos ya ir sin pasar por innecesarios sonrojos a hablar de otras cosas; desde esa perspectiva, me permito despachar el asunto en pocas líneas: los medios privados no resuelven la democratización ni resuelven el pluralismo, más bien se limitan a reforzar la posibilidad de opciones distintas, pero siempre sujetas a intereses particulares.
Vayamos pues a lo que ahora me interesa destacar: ¿Se resuelve también de un plumazo la cuestión del pluralismo a través de la mera descentralización (televisiones autonómicas) y de una cierta manga ancha con las emisoras de radio municipales? El atento lector, al advertir el tono de la pregunta, adivinará que la respuesta es no. Razones: la democracia, los sistemas de participación, no se garantizan por sistemas estructurales, sino por mecanismos de ejercicio concretos y sometidos a control por los agentes sociales.
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