En el debate internacional ha tomado cada vez mayor fuerza la denuncia de la disparidad, de las tendencias al cambio desigual, de la lógica de dominio que configuran el gigantesco desarrollo del sistema de información en el mundo. Respecto a estos problemas se hace referencia frecuentemente a las nuevas tecnologías de comunicación, tanto por parte de los optimistas, para decir que contribuirán con toda seguridad al mejoramiento de la situación (porque continuarán ensanchando la producción y el consumo de información y facilitando los flujos informativos), como por parte de los pesimistas, para denunciar la amenaza que constituye un uso puramente “de mercado” de las nuevas tecnologías, sobre todo en el mundo en el que son las multinacionales las que establecen las reglas también en este campo. Sobre estos temas, en su tiempo, el Informe McBride suministró indicaciones de gran valor, aunque algunos miembros de la comisión encargada por la Unesco de redactarlo (como p. ej., García Márquez y Somavia) observaron que ni siquiera en aquel documento estaba ausente un cierto “optimismo tecnológico”.
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