La prolongada tradición del diseño en nuestro país ha abocado ahora a un periodo de euforia. Pero sin un clima de reflexión y análisis se corre el riesgo de caer en una simple operación superficial. El ordenador y las Nuevas Tecnologías en general pueden permitir afianzar este proceso.
El diseño parece adquirir en nuestro país el prestigio que tiene en los países industrializados desde hace años. Ámbitos sociales muy diversos prestan atención a una disciplina que, tan sólo unos años antes, parecía innecesaria y poco rentable. Ha sido práctica común “fusilar” modelos extranjeros como forma de obtener una rentabilidad a corto plazo. Este comportamiento todavía no ha sido totalmente erradicado, pero cada vez existe una mayor sensibilidad sobre la necesidad de crear un estilo propio, diferenciador y competitivo. La entrada de España en la CEE contribuirá a acelerar esta corriente, ya que el “copiador” se puede encontrar en el mercado el producto “fusilado” antes que el suyo propio.
La Generalitat de Cataluña ha efectuado un estudio sobre una muestra de 61 empresas, constatando que el reconocimiento del diseño como actividad básica en las bases de concepción y realización de un producto es desigual dentro del sector industrial. Así los empresarios consultados, pese a considerar, por lo general, que el diseño es una actividad esencial, siguen una política de diseño industrial centrada en la compra de licencias extranjeras y en menor grado en la creación propia. Se constató, también, que otros fabricantes no tienen ningún tipo de política de diseño. En general se comprobó que las empresas dedicadas a los objetos de consumo tenían mayor actividad de diseño que las fabricantes de productos industriales
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