Existe la tendencia que no tiene fundamento riguroso, de que nuestras nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación, esencialmente a la informática, van a cambiar el mundo.
Hay que preguntar para que el discurso sea lógico y lineal qué quiere decir “cambiar el mundo”.
Básicamente es una expresión vacía de fundamento si no se entiende que cambiar el mundo es cambiar al hombre. Por consiguiente, la nueva tecnología de la comunicación no cambiará el mundo por la sencilla razón de que no puede cambiar al hombre. Puede llegar, aceptando las tesis pesimistas, a transformar en parte las relaciones sociales y aumentar ciertos peligros que pueden impulsar con rapidez el acabamiento de la libertad y de la independencia.
Hemos, pues, de ver las cosas de modo simplificado y realista. El hombre no cambiará, pero pueden sufrir un deterioro máximo algunas de sus cualidades fundamentales.
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