En el balance sobre las conquistas y las deficiencias de la democracia venezolana, a raíz de cumplirse treinta años de las jornadas del 23 de enero de 1958, hubo una omisión inexplicable: la del análisis crítico
del comporta
miento de los medios de comunicación social en ese proceso político. La referencia es obligante, entre otras
razones, por el papel protagónico que prensa y periodistas jugaron durante la resistencia al silenciamiento
impuesto por el autoritarismo militar.
La dictadura (1) interrumpió, en forma abrupta, el despliegue del debate ideológico iniciado, con limitaciones
y timideces, al día siguiente de la muerte de Juan Vicente Gómez. Cerró periódicos comprometidos con los
partidos opositores, detuvo periodistas que trataban de romper las barreras de la censura y estableció, por la
vía del decreto, una regimentación rígida en materia informativa. La libertad de información y de opinión
aparece así como la primera víctima del cuartelazo de noviembre de 1948.
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